jueves. 28.03.2024

España se posiciona octavo en empoderamiento político femenino y primero del mundo en porcentaje de mujeres en puestos ministeriales, aunque lo hace menos bien en participación económica y oportunidades, un ámbito en el que cae a la posición 72 entre 153 países evaluados.



España se posiciona en el puesto 43 en cuanto a nivel educativo y en el 93 en salud y supervivencia.



Todo ello significa que ha reducido su brecha de género en un 79,5%, de acuerdo con los datos del informe global sobre brecha de género que el Foro publica cada año.



Islandia y Noruega encabezan nuevamente el listado de países más igualitarios, seguidos por otros dos nórdicos, Finlandia y Suecia, con Nicaragua que se introduce en el quinto puesto de los diez mejores, tras una reducción de su brecha de género de un 80,4%.



Lo que más tardará será cerrar la brecha económica, al menos 257 años al ritmo actual, un dato mucho peor que los 202 años que se habían calculado hace un año.



Esto se debe a la reducida representación de mujeres en puestos de responsabilidad, su menor participación en la fuerza laboral, salarios más bajos y limitada participación en las profesiones más prometedoras.



Asimismo, las mujeres ocupan proporcionalmente muy pocos puestos directivos o de liderazgo y a las actividades en las que más participan –como la venta al público y tareas administrativas- son las que suelen tener los salarios más bajos y que llevan años estancados, además de estar afectados por la automatización.



Otros factores que influyen en la brecha económica que impacta a las mujeres son el que ellas emplean al menos el doble de tiempo que los hombres en cuidados (de niños, ancianos y otras personas que requieren asistencia) y el escaso acceso a capital para sacar adelante un negocio.



Según un análisis realizado por el Foro en colaboración con LinkedIn, las mujeres ocupan una proporción muy baja de los puestos en las llamadas “profesiones emergentes”: la informática de la nube (12 %), ingeniería (15 %) y datos e inteligencia artificial (26%).



Cambiar esta situación pasa por proporcionar a las mujeres las competencias que necesitan para desempeñar los puestos de trabajo más demandados, pero más importante aún –aunque igualmente difícil- es propiciar la diversidad en la contratación y crear culturas laborales inclusivas.



El cambio de mentalidad es, por tanto, esencial. El Foro lo confirma cuando revela que las mujeres no están adecuadamente representadas en ciertas áreas de actividad incluso cuando cuentan con las competencias demandadas.



Los ejemplos del informe son elocuentes: en ciencia de datos, el 31% de los que poseen las competencias necesarias son mujeres, pero éstas solo ocupan el 25% de los puestos, mientras que en áreas digitales las mujeres están igual de preparadas que los hombres, pero sólo representan el 41% de los empleos.



De manera más general, cuando a la cuestión económica se añade la política, la educativa y de salud, la brecha global de género se ha reducido ligeramente y por primera vez en tres años.



Sin embargo, este dato pierde todo su cariz esperanzador cuando se sabe que, al ritmo actual, se tardará 99,5 años en alcanzar la paridad entre hombres y mujeres, 8 años y medio menos de lo que se calculaba hace un año.



Esta mejora relativa se debe en su mayor parte al importante incremento del número de mujeres que participan en política. En este ámbito la brecha de género tardará 95 años en cerrarse

España, en el 'top ten' de países más avanzados en paridad de género