Este fin de semana viviremos nuestro viernes negro; una costumbre americana más que hemos importando como tantas otras y que va asociada al comercio. El Black Friday no es una iniciativa del pequeño comercio ni mucho menos. Va ligada a las grandes superficies y a su capacidad inmensa de realizar un marketing masivo orientado hacia los descuentos y los precios atractivos.
A pesar que no es, ciertamente el modelo del pequeño comercio, si que debemos reconocer que no nos ha quedado remedio que reaccionar ante una iniciativa que genera tanto ruido. Por este motivo nos hemos subido a este carro y lo hemos hecho con ganas, confianza y también con la campaña navideña en perspectiva.
Afortunadamente hemos conseguido que, detrás del Black Friday, los pequeños volvamos a unirnos y a hacer una promoción conjunta ante el público. Personalmente considero que es más necesaria que nunca esta imagen de unidad, de acción común. Es fundamental esta suma de esfuerzos en un momento crucial del año.
Las previsiones nos dicen que esta campaña navideña puede ser muy buena para el comercio pero tenemos aún grandes interrogantes por despejar. El más grande de ellos será, sin duda, el grado de afectación que tendrá el centro Fan Mallorca sobre las ventas de los pequeños.
Debemos ser cautelosos pero a la vez valientes y seguir apostando por un comercio de proximidad que afronte la batalla ante los grandes con una sola voz y una actuación coordinada.
Este Black Friday es posible disfrutarlo en los pequeños comercios. Es posible no tener que ir a las grandes cadenas y además beneficiarse de excepcionales ofertas más cerca que nunca y con el trato personal de los pequeños.
Yo os propongo un Black Friday diferente. Un Black Friday de proximidad.
