viernes. 29.03.2024

20n: saldo a favor del régimen

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Este fin de semana se han cumplido 41 años de la muerte del dictador, que no es lo mismo que decir 41 años sin ausencia de dictadura. La transición ha sido idealizada y ensalzada por los beneficiarios del nuevo régimen, pero es justo decir que las negociaciones y pactos se hicieron con una desigual correlación de fuerzas entre quienes controlaban el Estado, el ejército y los tribunales por un lado, y quienes habían sobrevivido a cuatro décadas de persecución, muertes, cárcel y torturas en defensa de la democracia, por otro.

 

No es justo pensar que los segundos no hicieron todo lo que pudieron para que esto que "disfrutamos" desde el 78 se pareciese a una democracia moderna, pero tampoco lo es considerar a los primeros y a sus herederos demócratas "de pro", porque nunca lo han sido. La dictadura la fabricaron ellos, la democracia se encargaron de que no perjudicase a sus intereses.  Todo lo demás es literatura al servicio del poder.

 

Y más allá de las intencionalidades, desde el golpe de Estado de 1936 llevamos un par de más años de dictadura que de democracia, y eso se nota. Nada que ver con otros países con revoluciones democráticas en los siglos precedentes a sus espaldas, que afianzan las instituciones, las políticas públicas y sobre todo, la cultura democrática. Porque la democracia requiere de cultura, y no sólo de procedimientos. De prácticas sociales, y no sólo de normas. De justicia, y no sólo de tribunales.

 

Como estuvo tantos años prohibido hacerlo, nos hemos llegado a creer que votar ya era democracia, y no lo es. De hecho todavía se prohíbe votar a muchos, y sino que se lo pregunten a las gentes de Catalunya. Cuando un pueblo se empodera, sale a las calles y exige cambios, sea en el 15M, en el procés català o en la última concentración contra el TTIP, y quienes mandan en las instituciones dicen que no, que no se puede votar, que no tenemos derecho a decidir, está claro que algo va mal. Que esta democracia no es tal, ni la transición tan modélica como nos la habían contado.

 

Mientras no sea asumida como práctica social, como cultura popular, como credo civil, la democracia seguirá estando ausente, como cantaba Javier Krahe. El PP no necesita la democracia, y a las oligarquías les molesta, porque la democracia de verdad implica equilibrios de poder, y lo que tenemos son unos desequilibrios tremendos como nunca entre los de arriba y los de abajo, ricos y pobres, minorías privilegiadas y mayorías sociales precarias.

 

La democracia implica tener opción a cambiar eso, y todo apunta a que no nos van a dejar. Semanas antes de este 20N, quienes mandan de verdad nos lo dejaron claro con ese golpe de estado en el PSOE que nadie se atreverá a comparar con un 23F, pero que nos dejará dramáticas consecuencias e irreversibles. Como el gobierno del PP más rancio de este régimen del 78, decadente pero eficaz en sus propósitos, al que lo mismo le da anunciar recortes de servicios que de libertades, amenazando con prohibir los populares memes de internet. Como hacía Franco con los pasquines de quienes desde la lucha clandestina defendían la democracia.

20n: saldo a favor del régimen