sábado. 20.04.2024

No es la Europa que queremos

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Paz, amor, solidaridad, Buenos deseos. La humanidad se conjura de boquilla en esta época para construir un mañana mayor, y digo de boquilla por que, normalmente se queda en palabras que el viento se lleva en unas semanas.


Soy de los que piensa que, a pesar de todo, algo queda en cada uno de nosotros después de cada Navidad. Quiero pensar que aspiramos a construir una realidad mejor, más justa. Pero las noticias que se deslizan a través de los medios de comunicación muchas veces no invitan al optimismo y debemos ser muy conscientes de ello. La realidad no endiende de felicidad ni de Navidad y nos marca un camino que muchas veces no es el que desearíamos.


Un buen ejemplo lo encontramos en esta nueva Europa desfigurada y cuestionada que se ha estado dibujando en el último año. Después de tantos años de trabajo conjunto en favor de la unión, del esfuerzo compartido de la lucha por una economía fuerte que mire por todos los sectores, llega la división con todos sus apellidos.


El Brexit en Inglaterra fue un aviso muy grave del cual aún no se sabe a ciencia cierta cuales seran sus consecuencias reales en materia económica pero más aún en la mentalidad de la Europa moderna.


Esto fue solo el principio. La amenaza real de que triunfara en Austria el euroescepticismo con un posible presidente antieuropeista ha planeado durante semanas. Y después aterrizamos en la siempre complicada Italia donde la política es un juego de malabares. Ahora le llegará el turno a Francia con Marie Le Pen y una ultraderecha que tampoco quiere saber nada de europeismos.


A esta Europa cada vez más desavenida políticamente se le suma una fractura social y económica que va in crescendo a pesar que estamos dejando atrás una dura crisis que no conviene olvidar.


En esta extraña Europa los poderosos cada día son más poderosos. Los grandes intereses tienen más fuerza y más capacidad de influencia en las decisiones de los políticos. Las clases medias se han empobrecido y la solidaridad desaparece. A los pequeños empresarios se nos está relegando a un papel secundario en el que ni podemos prácticamente hablar y en el que el peso conjunto que tenemos en la economia y en el empleo no es tenido en cuenta.


Esta no es la Europa que queremos. No es la Europa que luchamos por construir. Es el momento de realizar una gran reflexión y replantearnos muchas cosas. ¿No creeis?

No es la Europa que queremos
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