sábado. 20.04.2024

Luces y algunas sombras del 2016 vinícola

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Un año más, como en todos los sectores, entramos en las fechas donde hay que hacer balance aunque, también como en otros sectores, en el mundo del vino, si partimos del origen, los años debieran valorarse en función de las vendimias aunque aquí en el hemisferio norte la gran mayoría de vinos empiezan a salir al mercado al cambiar al año siguiente natural.

 

El balance dependerá de quién, qué y cómo interprete, dependiendo del capítulo que elija del sector y evidentemente desde mi posición, suelo valorarlo desde la venta final aunque la fotografía que muestre el sector dentro del año puede repercutirme en meses o años venideros. Me refiero a datos objetivos de cómo han sido las vendimias a escala nacional y otra cosa bien distinta es el consumo final que se haya hecho del producto resultante durante todo el año. El primero no suele estar en manos de los mercados, el segundo sí.

 

En términos de calidad parece ser que en todas las comunidades autónomas, las denominaciones de origen auguran un año muy bueno ya que la uva recogida ha sido calificada con un estado sanitario más que notable. En temas de cantidad también ha sido mayor y así lo recogen las declaraciones obligatorias que arroja el INFOVI. Además crece el precio del kilo de uva lo cual es sinónimo de calidad en origen y de revaloración del producto final al que los consumidores parece que apoyan y aceptan.

 

Si focalizamos en Mallorca el resultado es bastante parejo; más cantidad (más viñas jóvenes en producción en los últimos años) y excelente calidad (hemos tenido días calurosos acompañados de noches frescas).

 

La parte más complicada, a priori, ya ha pasado y será durante el 2017 que veremos el buen hacer de los enólogos y hasta donde llevan la añada 2016 que tanto en la D.O. Binissalem como en Pla i Llevant han sido más que satisfactorias.

 

En el consumo también ha habido un repunte, que no debemos interpretar como un crecimiento total, pues llevábamos años de estancamiento en cuanto al consumo interno se refiere, salvado obviamente por el turismo.

 

Lo que sí ha seguido creciendo en los últimos tiempos, sobre todo a nivel balear, es la exportación de nuestros vinos fuera de nuestras fronteras. El año pasado tuve la oportunidad de realizar un taskforce en la apertura de un hotel en Estados Unidos, concretamente en Miami y fue una grata sorpresa para mí ver como algunas referencias mallorquinas se codeaban en estanterías de vinotecas y restaurantes junto a lo más granado de las etiquetas nacionales.

 

Es quizás asignatura pendiente conseguir que estas “exportaciones” crezcan también a nivel nacional porque la falta de presencia en el resto de la península nos hace parecer como un producto exótico frente al resto de zonas vitivinícolas, algunas de ellas quizás sin tanta historia a las espaldas como nosotros pero que han sabido posicionarse internamente con más soltura y personalidad que las nuestras.

 

La atomización del viñedo balear (y del sector, sea dicho de paso) tampoco ayuda a crear producciones grandes aunque sí le otorga cierta aurea de singularidad.

 

Un año más, no nos rasgaremos las vestiduras sobre el porqué han aparecido, en la última década en plena crisis, ciertos actores en la escena vinícola balear y ni especularemos hoy sobre la intencionalidad que hay detrás pero, capítulo aparte, está por ver aun si solamente se trata de proyectos cortoplacistas que han aterrizado para inundar el mercado con vinos “reguleros”, haciendo más ruido que otra cosa, aprovechando que Mallorca (siempre) está de moda y con producciones relativamente manejables (tot se despatxa) y que ensombrecen proyectos mucho más serios, sin afán especulativo y que están mucho más comprometidos con el entorno, la calidad y sí aportan mucho más al conjunto del sector para hacerlo mejor año tras año.

 

Les advierto que más de una bodega del primer grupo hace ya tiempo que está en venta y es que hacer buen vino y comercializarlo no es tan fácil ni se consigue de un día para otro. Menos limited production y més vi de la terra.

 

A destacar que en 2016 han subido los kilos producidos de uva autóctona frente a variedades foráneas, especialmente en uva blanca lo que es también una buena noticia para el sector ya que refleja una continua creciente demanda por parte del consumidor de la calidad y singularidad única que las variedades locales aportan frente a la saturación observada de otras castas más internacionales y que poco o nada terminan aportando a la imagen de nuestros vinos.

 

Como nota más negativa del año me gustaría destacar dos puntos muy concretos:

 

Primero, el alejamiento progresivo del consumo del vino por parte de los jóvenes españoles, que abrazan sin desprecio otro tipo de bebidas alcohólicas totalmente industriales y totalmente foráneas, que no están ligadas ni a nuestra gastronomía ni a nuestra historia y que sigue decreciendo año tras año mientras en otros países, algunos ni tan siquiera productores vinícolas, es totalmente al revés y es muy habitual que la gente joven consuma vino cuando queda para tomar “una copa”.

 

Un ejemplo de buena difusión; Si siguen regularmente la serie norteamericana “The Big Bang Theory” observen como en casi cada capítulo aparece, de la manera más natural, alguien bebiendo una copa de vino: tres puntos para el lobby de las AVA’s norteamericanas. La difusión educativa e histórica de los viñedos y potenciar el eno-turismo sigue siendo, un año más, asignatura pendiente. Tan cerca, tan lejos.

 

En segundo lugar, la última subida del 5% en impuestos del alcohol por parte del gobierno, se ha convertido en todo un despropósito al anunciar primero que el sector vinícola (vinos tranquilos) queda exento (de momento... cuenten los días para que cambien de idea) pero matiza después que en el mismo saco que el whisky, ginebra y vodka meten a las mistelas, vinos de licor y vinos generosos (en Jerez están bien preocupados).

 

Fíjense que el agravio comparativo es tan grande y especifico en el marco de Jerez que es como si a nuestros vinos, por ser de la isla, les añadieran el 5% impositivo más. Este tipo de medidas realizadas totalmente con el solo fin recaudador demuestra la torpeza de nuestros gobernantes ya que su efecto puede ser contraproducente, caer el consumo aun más y someter a una región histórica entera que sí vive directamente del vino y de una tipología especifica a una desventaja notable frente al resto de productos vinícolas elaborados en España. El día que desaparezca el Jerez todo serán lamentaciones.

 

Esperemos que el 2017 sea aun mejor para el sector y que algunos puntos más oscuros aquí señalados terminen por no serlo tanto. Feliz 2017 y Salut!

Luces y algunas sombras del 2016 vinícola
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