miércoles. 24.04.2024

Si Lincoln levantara la cabeza

Viendo las noticias internacionales me fijé en el actual mandatario estadounidense quién basó gran parte de su campaña en las acusaciones y reproches. Esto me hizo pensar con esperanza en una historia que leí en el libro de Carnegie.


Al final de su vida, Lincoln agonizaba tras una haber sido herido de muerte en la ópera. El ministro Stanton, a su lado dijo de él: “Aquí yace el más perfecto gobernante que el mundo haya conocido jamás”.


El secreto de Lincoln era, entre otras, su capacidad de relacionarse con los demás, motivarlos y sacar lo mejor de ellos. Eso no fue siempre así. En sus inicios, cuando era un joven de Indiana, tenía la costumbre de ridiculizar y criticar a los demás. A veces, escribía poemas o cartas burlándose de los demás y las dejaba en los márgenes con la seguridad que alguien los encontraría y difundiría su difamación.


Un otoño, Lincoln escribió una carta ridiculizando sin piedad a un político irlandés que se publicó en el Springfield Journal. La ciudad entera se mofó de él durante semanas y le provocó tal ira e indignación que citó a Lincoln a un duelo de muerte. Apenas unos minutos antes del duelo, los dos contrincantes evitaron la trifulca. Esta experiencia hizo reflexionar a Lincoln y le enseñó una premisa que le acompañaría hasta el día de su muerte: “no juzgues a nadie si no quieres ser juzgado”.


Lo sé, las posibilidades de que nos citen a un duelo a muerte hoy en día son más bien escasas, y sería para mí una satisfacción, si a través de estas líneas todos fuéramos más conscientes de que las críticas y reproches ásperos son casi siempre inútiles.


Si tratas de corregir con reproches a otra persona, ésta tratará de justificarse y de censurarte a ti, pero no cambiaremos, ni un ápice, su forma de pensar. El reto está en que tú eliges la forma de hacerlo.

Si Lincoln levantara la cabeza
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