viernes. 29.03.2024

Holanda: verde esperanza para otra Europa

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Hace sólo tres meses, los Verdes frenaron en Austria lo que parecía una victoria inevitable de la ultraderecha xenófoba y antieuropea. Esta semana ha sido la izquierda verde de Jesse Klaver la que se ha convertido en la primera opción progresista en Holanda, si bien será complicado formar gobierno.

 

En un momento en el que las izquierdas andan despistadas y las derechas decantadas hacia la extrema derecha, la opción ecosocialista empieza a tomar cara de alternativa a una Europa inmersa en la deriva ultraconservadora, de austericidio, retroceso de derechos, y rechazo a inmigrantes y refugiados.

 

Francia es la demostración de la crisis socialdemócrata, con un Valls de primer ministro que para evitar el avance de Marine Le Pen, se dedica a poner en práctica las mismas políticas retrógradas que haría la líder del Frente Nacional. También lo fue hace unos meses Estados Unidos, donde aunque ahora hay mucho arrepentimiento, las clases populares prefirieron al misógino, racista y excéntrico de Trump que a una Hillary Clinton con demasiados handicaps como para representar a las masas progresistas.

 

Frente a esos titubeos que no consiguen sino despistar todavía más al electorado progresista, Klaver en Holanda se ha presentado con un discurso europeísta, pro-refugiados y respetuoso con la multiculturalidad, frente al miedo y la islamofobia encarnadas en la ultraderecha de Geert Wilders. Combatir el miedo con frescura y con la verdad por delante ha llevado a los verdi-rojos de GroenLinks a empatar en escaños con los socialistas, y ser primera fuerza en Ámsterdam.

 

Unos resultados que deberían alegrarnos a todas y a todos, más allá de nuestra ideología, porque la deriva de la Europa de estos años es más que preocupante: es antisocial, antihumana y antipolítica. Y aunque seamos una isla, no vivimos aislados, y también somos parte de esa deriva del viejo continente hacia los populismos más retrógrados, que por suerte empiezan a ser contestados con nuevas fórmulas políticas que debieran servirnos para aprender de ellas. Sólo seremos alternativa si en lugar de caer en la trampa de los mensajes del miedo -interesadamente impuestos en la agenda política- somos capaces de tejer un mensaje y un imaginario de esperanza y confianza de nuevo en la gente, en los otros, en lo que somos y en lo que seremos: una comunidad líquida y plural.

 

Una esperanza que en Europa es de color verde. Como diría mi colega Neus Truyol: lo maduro hoy más que nunca, es ser verde.

Holanda: verde esperanza para otra Europa