Las primarias socialistas trascienden lo puramente interno. La victoria incuestionable de Sánchez puede suponer cambios a muy corto plazo en el panorama político español.
Primero, porque tendrá -o debería tener- las manos libres para configurar cuando llegue su congreso un partido socialista a la izquierda.
Segundo, porque está en su mano liderar, desde el diálogo, la configuración de una mayoría alternativa a la de Rajoy, cosa que más allá de las responsabilidades de cada uno no fue posible hace un año.
Tercero, porque era el menos españolista de los candidatos, alguien que puede ver con mayor comprensión el procés catalán y la cuestión territorial.
Por tanto, se pueden mover cosas en los próximos días en muchos sentidos, y más allá del estado de decepción de alguien con tanta superbia como Susana Díaz, donde deben andar de verdad preocupados es en Génova, porque a Rajoy se le puede mover la silla.
Esa podría ser la consecuencia más temida no solo por el PP, sino por los mismos poderes fácticos y oligarquías que propiciaron el golpe interno en el PSOE y que en los próximos días van a hacer todo lo posible para que el deseo de cambio expresado por los y las militantes socialistas empiece y acabe con la elección de su secretario general.
En las primarias del PSOE se ha votado a Sánchez y se ha votado cambio, lo que desconocemos por ahora es si el nuevo secretario general tendrá margen de maniobra en esta ocasión. Lo del "no es no" ha quedado meridianamente claro, ahora veremos si Sánchez es capaz de ir más allá del lema y pasar de la abstención a la moción.
