El pasado sábado, en el marco del Congreso del PP mallorquín, Rajoy pasó por mi ciudad -Inca-, pero hizo saber al Govern autonómico que no tenía tiempo para reunirse con la Presidenta balear, porque solo estaba de paso y muy pocas horas.
Las suficientes como para hacer un anuncio efectista sobre el incremento del descuento de transporte para residentes al 75% como si estuviésemos en plena campaña electoral. Tratándose de una cuestión de Estado como lo es para las y los habitantes de esta tierra, el anuncio adquiere tintes de menosprecio aún mayores.
Y puestos a menospreciar, no menosprecien las declaraciones del flamante presidente del PP balear, Biel Company, de líder a líder: "No pierdas ni un minuto con Armengol, tú a lo tuyo y ya nos encargaremos nosotros de ella", espetó el nuevo "amo" del PP en medio de un clima de camaradería de la buena...
Ya pueden imaginar cuál es el motivo de que Company pase las sesiones del Parlament "aparcado" en el banquillo del debate parlamentario -por mucho que ahora se siente en primera fila-: no sea que cada vez que abra la boca ponga en evidencia sus elevadas dosis de machismo-provincianismo con toques de caciquismo rancio..
Pero sobre todo, no se menosprecien a ustedes mismos, porque el desprecio a Armengol y a nuestros gobernantes es un desprecio a toda la gente de estas islas que pagamos religiosamente nuestros impuestos y a cambio recibimos mucho menos que nadie, aunque el desprecio se quiera vestir con un "regalito".
Nadie regala nada. Y el gobierno de España a estas islas, menos. Aunque suban el descuento, seguirán gobernando para los dueños de las compañías aéreas, permitiéndoles que incluso con la nueva rebaja, volar a Londres o Dusseldorf sin descuento siga siendo más barato que movernos entre Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera, o que conectarnos con la península.
Y continuará el expolio, con el aeropuerto de Palma como metáfora: el doble de beneficios en 2016 que la partida que dedicará el gobierno de Rajoy al descuento de residente en 2017, de llegar a aplicarse. Un expolio dulcificado con anuncios que no buscan para nada el interés de la mayoría de ciudadanos y ciudadanas de esta tierra, pero que se asientan en la resignación que profesamos al machismo-provincianismo de los líderes de la derecha.
