viernes. 26.04.2024

Nadie es profeta en su tierra

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Reza un conocido refrán que "nadie es profeta en su tierra" aludiendo así a las dificultades que se le anteponen a uno para conseguir logros donde, en principio, tendría los vientos más a favor para llegar lejos sin tanto esfuerzo.



Desafortunadamente, en demasiadas ocasiones aún se cumple esta expresión en ámbitos muy diferentes. En este caso me voy a referir al plano empresarial. En Baleares tenemos el inmenso privilegio de contar con algunas de las empresas hoteleras más importantes del mundo; por número de establecimientos, por número de camas y sobre todo por prestigio de marca.



Hace solo unos días llegaban los ecos de la revista 'Hotels' que cada año publica un listado con las 300 mejores empresas hoteleras del planeta. Pues bien, no está de más recordar que hasta 10 cadenas se encuentran en este privilegiado ranking y que cuatro de ellas; Meliá, Riu, Barcelo e Iberostar, por este orden, aparecen entre las 100 primeras.



Digo todo esto por que aún en nuestra tierra permanece en el imaginario colectivo una imagen de estas grandes empresas que hoy día poco se corresponde con la realidad.



No valoramos pero ni de lejos que estas empresas radicadas en nuestras islas estén presentes en todo el mundo y en un proceso de expansión impresionante.



Cada día nos despertamos con un nuevo hotel gestionado por capital balear en cualquier rincón del mundo. Desde unas minúsculas islas hemos creado un modelo de gestión hotelera de la que se aprende en todos los países. Algo tendrán estas empresas para triunfar de esta manera.



En otros lares sacarían pecho de todo ello pero aquí, vivimos empecinados en dar la espalda a estos empresarios en general. Ellos son parte importante de la proyección no solo turística sino empresarial que Mallorca tiene en el mundo. Representan la innovación, la búsqueda de la calidad. La pregunta es ¿Porqué no aprovechamos más esta oportunidad?



Postdata: Tenía la ocasión y la tentación de hablar en esta columna de la 'turismofobia' pero lo he obviado. Pienso personalmente que la mayoría de la población sabe que vivimos, nos guste o no del turismo, y que con mesura es bueno y necesario. No colaboraré desde aquí a alimentar esta corriente para nada. Ello no quita que se tenga que abordar el debate de una posible saturación en momentos puntuales del año. De eso si que hay que hablar pero con tranquilidad y calma.

Nadie es profeta en su tierra