jueves. 28.03.2024

Setenta años después de que Antonio Fontanet Obrador (Felanitx, 1919) iniciara su negocio vendiendo abono, cereal… a los payeses y comprándoles el excedente que generaban, en unos años muy duros de posguerra, el Grupo Fontanet, con más de 300 empleados y empresas dedicadas a la fabricación de harinas, piensos, cafés, explotación avícola, porcina, vacuno, etc, es uno de los mayores holdings empresariales de las Islas Baleares.


Hombre austero y parco en palabras, Antonio Fontanet, presidente del grupo y aún en activo, ya está a primera hora de la mañana en su despacho ubicado en Piema, en el Camino Viejo de Bunyola, enfundado en su traje impecable y leyendo la prensa del día. Cuando se le pregunta cuál es el secreto para alcanzar tal éxito, le resta importancia, “dicen que he tenido mucho éxito, pero cualquiera que hubiera hecho lo que yo hice  habría obtenido los mismos logros que yo”.



Esas palabras dan una muestra del carácter de este hombre hecho a sí mismo, que a sus 97 años no piensa ni por un solo momento en retirarse, “pienso seguir dedicándome a mi empresa mientras viva y vengo a diario. Yo disfruto de venir, del negocio, saber cómo está, la situación de los clientes, qué se compra, qué se vende…”, afirma con rotundidad.


Y es que desde que con 27 años, tras siete años de servicio militar y de combatir en la Batalla del Ebro, en la Guerra Civil, iniciara el negocio en su Felanitx natal, no ha hecho otra cosa más que trabajar. “Justo al acabar la guerra faltaba de todo y la cuestión era tener mercancía para vender. Pan, aceite, harina, se pasaba hambre y el que no se espabilaba no comía. Era difícil comprar mercancía porque escaseaba, pero venderla no y eso es justo lo contrario de lo que sucede ahora. Así que si tenías género para vender era fácil iniciar un negocio”.


El cierre del puerto de Portocolom allá por la década de los cincuenta, debido al poco calado que tenía y que no podían atracar buques de gran tonelaje, le obligó a trasladarse a Palma y ese fue el momento en el que empezó a incorporar más empresas y a crear el grupo que hoy en día es referente de éxito, “en ese momento, al instalarme en Palma, me dieron permiso para exportar, compré todas las fábricas de pienso de Mallorca y fui ampliando el negocio”. Un negocio que aún hoy sigue creciendo porque en estos momentos comenta que “estamos construyendo una fábrica de harina en el Polígono de Son Morro”.


Trabajador infatigable, aún continúa cotizando como autónomo, algo que considera normal “cotizo desde el primer día que empecé, como trabajo y estoy activo creo que me corresponde pagar y pago. Me gusta cobrar lo que puedo, pero también cumplir con mis obligaciones, aunque sea con el Estado”, comenta entre risas.

Fábrica de Harina en Felanitx, Productos Fontanet, Harinas de Mallorca, Piensos Piema, Auxam, Comercial Isleña, Graninvest, Café Rico, Matisa, son algunas de las sociedades que Antonio Fontanet ha ido creando e incorporando al grupo a lo largo de sus setenta años de historia, gracias, como reconoce, “a las personas de confianza que me han ayudado a llegar hasta aquí, yo solo no hubiera llegado a ningún sitio”.

 

En este sentido, admite que para alcanzar metas en cualquier empresa “necesitas establecer una relación de confianza con determinadas personas que te ayuden a llevar la empresa. Yo he sabido delegar y llevarme bien con todos los encargados que he tenido, en toda mi vida he tenido un disgusto con ninguno de ellos”.


Antonio Fontanet fue construyendo su grupo empresarial en pleno boom turístico, sin embargo, nunca se le pasó por la cabeza dedicarse a ello. Él prefirió mantenerse fiel a sus orígenes y continuar como había empezado, vinculado al sector agrícola y ganadero. “Quizá me equivoqué de sector”, pero no se arrepiente de lo hecho, está orgulloso de sus logros empresariales, creando puestos de trabajo y dando ocupación a centenares de familias.


Este hombre práctico para el que las claves de todo buen empresario pasan por tener “una gran visión de futuro, paciencia, esfuerzo” nunca se arredró ante los problemas, “jamás pensé en arrojar la toalla, la mayoría de las cosas que he logrado han sido positivas, lo que no ha funcionado, lo he eliminado”. Y eso lo ha conseguido aplicando el lema que le ha acompañado desde sus comienzos, “siempre se puede mejorar” y “manteniendo la misma ilusión que cuando empecé, aunque ahora tengo más años”.


Ante la crisis, prefirió siempre “bajar márgenes de beneficio para mantener a sus trabajadores”, cuyas antigüedades rozan los 25 y treinta años, y bastantes, de cuarenta, que no han conocido otra empresa que la suya.


Con la experiencia que le otorga más de setenta años al frente de uno de los grupos empresariales más grandes de las Islas Baleares considera que iniciarse hoy en día en el mundo de los negocios no es fácil, “hoy viene justo trabajar y ganar algo con una empresa, los márgenes son justos. Como sobra de todo es muy difícil, si alguien tiene coraje de emprender un negocio pues adelante, pero no es fácil hacer clientes y lo que puede suceder es que te dejes la piel en el intento.

 

Así como cuando yo empecé era fácil porque faltaba de todo y si sabías comprar y eras buen comerciante salías adelante sin problemas, ahora el problema es que sobra de todo”.


En 2016, fue nombrado Empresario del Año por CAEB, reconociendo así su perseverancia, constancia, su labor en pro del asociacionismo y su compromiso social, un galardón que este hombre sencillo y poco amigo de eventos recogió con emoción y gratitud.


Y es que además de crear un grupo empresarial de éxito, Antonio Fontanet   participó en los inicios de la creación de ASIMA hace ahora 50 años: “Fue un gran acierto de aquellos empresarios que decidieron empezar a construir lo que fueron los primeros polígonos de España y yo siempre les apoyé”. 50 años más tarde, se congratula de que “ASIMA sea una organización viva y proactiva en la sociedad”.


Siempre ha estado comprometido socialmente ayudando a colectivos desfavorecidos y compartiendo, tanto a través de donaciones a particulares, como a entidades sociales como la Cruz Roja, Cáritas, Can Gazà y otras de su localidad natal, parte de lo que le ha dado la vida.  


Confiesa que “no tiene mayores aficiones que el trabajo”, durante 70 años ha estado dedicado en cuerpo y alma a su negocio y no ha tenido tiempo para distracciones. Admite que siempre se ha cuidado, ha sido metódico y mesurado con las comidas y se mantiene en forma, aún hoy camina 20 minutos cada día en una cinta que instaló en su casa.


A sus 97 años no ha dejado de pensar ni un solo día en cómo puede mejorar sus empresas, “sigo tomando las decisiones que son necesarias junto con los jefes”. De cara al futuro admite que “me sabría mal que el grupo se deshaga cuando yo no esté. He tenido compradores, pero qué iba a hacer ¿retirarme? No, yo estaré aquí hasta el final”.

Fontanet: “Ante la crisis, prefiero bajar márgenes de beneficios para mantener a mis...