viernes. 29.03.2024

Un 'Tèntol' para el diálogo

/img/periodico/img_19134.jpg

Tras la escalada de tensión, el Parlament de Catalunya, con un discurso de Puigdemont dirigido a las gentes de Catalunya, de España y de Europa, hizo un gesto -y en mi opinión, no el primero- que debería tener una respuesta positiva, y no intervencionista, ni violenta, ni jurídica, ni policial, por parte del Estado. Cualquier persona de bien en cualquier parte, como los ocho premios Nóbel que se han pronunciado estos días en el mismo sentido, prefiere el diálogo a la confrontación.

 

El conflicto va a seguir existiendo, porque no se pueden cambiar las ideas de la gente, ni los deseos de los pueblos, ni por decreto, ni con mano dura. "La letra con sangre entra" es una proclama de otros tiempos, que conviene tener presente para aprender de la historia pero sin que nadie tenga vocación de resucitarla, como sí ha dado la sensación de ello en determinadas manifestaciones en los últimos días, con agresiones físicas incluídas, banderas franquistas y cantos al "cara al sol", también en Palma.

 

O en Valencia en la celebración de su diada, el 9 de octubre. Para mí está claro quién está echando gasolina al fuego, y aún peor: quién está dando alas a que lo peor de la sociedad, lo que quedaba de substrato franquista, salga a las calles a gritar y golpear a la gente con un grado de impunidad cuando menos sorprendente y alarmante.

 

Y los conflictos no se "resuelven", sino que se intentan superar, con una superación de posiciones por parte de todos sus actores, que transforme el presente. Y de momento, es Catalunya que ha movido ficha. Sin dejar de reconocer que el 1 de octubre, y a pesar de la violencia policial y el clima de miedo, entre dos y tres millones de personas fueron a votar, y que era su derecho, y que eso debe tener consecuencias, Puigdemont dejó en suspenso los efectos jurídicos (desde la legalidad catalana, obviamente impugnada por el Estado) de una eventual declaración de independencia deseada por millones de catalanas y catalanas que se jugaron su integridad física hace dos domingos por ir a votar. Un gesto POLÍTICO que debería tener también una respuesta POLÍTICA, por la otra parte, y rebajar así un clima de tensión que se ha alimentado interesadamente.

 

Como mínimo, la ocasión invita a los actores en conflicto a un acto de mallorquinidad tan imprescindible como un "tèntol". Me temo que la celebración de la hispanidad el 12 de octubre (por cierto, un acto mucho más nacionalista que cualquier proclama de independencia), una festividad que no deja de ser la metáfora de un imperio en decadencia, no nos lo ponga fácil. Pero se imaginan, que este 12 de octubre lo que se "descubriera" es que podemos sentarnos a hablar, y que no se cae el mundo? Vale la pena intentarlo, si es que queda un ápice de responsabilidad y sentido de Estado en el gobierno del Estado.

Un 'Tèntol' para el diálogo