jueves. 25.04.2024

Hay personas con el destino marcado. Francisco Vidal es una de ellas: su mundo debía ser (y así ha sido) el del automóvil. Nacido en Palma en 1947, Francisco es el mayor de tres hermanos, y ya de niño se sintió cautivado por los coches.


Sabía que ahí estaba su futuro y que tenía que de prepararse a conciencia para dedicarse al mismo con garantías de éxito. Es decir, igual que su padre, Andrés, y que su abuelo, que también se llamaba Francisco. “Desde muy jovencito, el mundo del automóvil me entusiasmó. Recuerdo que en casa siempre estábamos hablando de coches; en el desayuno, en la comida y en la cena”, empieza diciendo.


“Mi abuelo, a quien no tuve oportunidad de conocer, fue quien inició el negocio familiar. Tenía el taller de Ford en Avenidas, y en 1921 vendió el primer vehículo de AutoVidal”. En una de las paredes de ese local, se exponía un cartel colgado en la pared del mismo, en el que se leía el siguiente enunciado: “Es obligatorio en este establecimiento el cobrar al contado los trabajos y servicios”.



Sabiendo que, tarde o temprano, debería coger las riendas del negocio familiar, Francisco Vidal estudió hasta el preuniversitario, para pasar a formarse directa y explícitamente en el ramo de la automoción. Primero, estuvo nueves meses en Francia (en la casa Peugeot) y luego en Inglaterra (en la casa Volskwagen).

 

Posteriormente, volvería al Reino Unido a mejorar su inglés. “Contaba entonces 19 años, llevaba en Inglaterra seis meses –recuerda- y mi padre me llamó para que regresara a Palma y asumiera el mando del taller de manera inmediata”.


Toda una responsabilidad para un joven como él, en aquel tiempo, pero la asumió de buen grado “porque estaba preparado y concienciado para ello. Y, lo más importante, tenía muchas ganas de trabajar, para responder a la confianza que mi padre depositaba en mí”.


Por otra parte, advierte Vidal que, en aquellos tiempos, la preparación técnica de un mecánico era mucho más ligera que en la actualidad, en la que la electrónica lo ha revolucionado todo.


De hecho, fue en 1956 cuando AutoVidal dio un paso importante al frente al asumir la representación de la firma DKW, que luego se convertiría en Mercedes, e importar unidades de esa prestigiosa marca de automóviles...

Bajo la gestión de Francisco Vidal, que fue tomando el testigo de su padre,  AutoVidal asumiría las marcas Smart y Mitsubishi. La empresa crecía de manera espectacular… Junto a la llegada de las nuevas y prestigiosas marcas, llegó, en 1971, el traslado al Polígono de Son Castelló, donde hoy permanece como un referente. Habrían de llegar, sucesivamente, distintas ampliaciones del negocio, con nuevas sedes desde 2001 en Santa María y en Manacor, previa compra de varios solares.


“Recuerdo una anécdota que refleja el carácter empresarial de mi padre. Corría el año 1975, y queríamos comprar un solar, propiedad de un señor valenciano, de 5.000 m2 en Gran Vía Asima para ampliar el negocio. Acordaron un precio muy beneficioso para nosotros, y el señor de Valencia le dijo que vendría a Palma para cerrar la operación. Mi padre, muy hábil, le dijo que no, que ya se desplazaría él a Valencia, puesto que el Polígono estaba empezando a prosperar, y si hubiera venido el señor de Valencia, con toda seguridad le habría incrementado el precio”.

 

En cualquier caso, comenta que las claves para llevar a un empresario al éxito son muchas. “Hay que tener muchas ganas de trabajar; tener conocimientos suficientes y rodearte de gente buena que te ayude a crecer. Además de todo ello, en nuestro caso, ha sido importante la buena transición generacional al frente del negocio, que hoy ya llevan mis cuatro hijos: Andreu, Esther, María y Carmen, con gran armonía por su parte y satisfacción por la mía”.  


Reconoce, por otra parte, que no se lo ha puesto fácil en muchas ocasiones a sus descendientes, pero siempre pensando en lo mejor para ellos y para el negocio. “Mi hijo, que hoy es el director general de AutoVidal, empezó, igual que yo mismo, en el taller, porque así lo decidí. Recuerdo que en ese momento él me sugirió: Papá, convendría que dijeras a todos quién manda. Yo le respondí: Hijo mío, si en dos semanas no sabe todo el mundo quién manda aquí, ya no lo harás nunca”.   


El lema de Vidal al frente del negocio siempre fue “servicio, servicio, servicio…”. “Se trata de que el cliente vuelva a comprar nuestras marcas y hacer lo posible para que lo haga en AutoVidal”, razona convencido, para añadir que “otro aspecto clave en mi empresa ha sido que el día 30 de cada mes todo el mundo tiene que haber cobrado, sin dilaciones ni excusas de ningún tipo. Eso ha sido y es sagrado en esta casa”.


Otra de las máximas de Vidal es no tener socios. “Sólo una vez fui a medias con un socio, en Menorca, y la experiencia resultó fallida. Yo siempre he querido ser amo y señor de mis decisiones y no creo que pudiera ser socio de nadie que no fuera un Vidal”.


Como empresario de referencia que es, Francisco Vidal entiende el factor riesgo de la siguiente manera. “Hay un axioma muy claro. Cuanto más riesgo asumes, más posibilidad de beneficio tienes. Es proporcional. Es decir, si algo es muy fácil, no podrá reportar mucho beneficio porque está al alcance de todo el mundo. En todo caso, el empresario tiene que tomar riesgos controlados. Uno no puede lanzarse al mar sin salvavidas”.

Respecto al traspaso de poderes de padre a hijos, Vidal reflexiona en voz alta sobre los elementos necesarios para que éste se produzca: “Se tienen que dar necesariamente tres condiciones para llevar a cabo con éxito un traspaso generacional en una empresa familiar, como es la nuestra. En primer término, que la nueva generación quiera; en segundo lugar, que sepan lo suficiente; y tercero y más importante que quien está al mando quiera ceder las riendas del negocio a los hijos”.


En todo caso, Francisco sigue yendo cada mañana a su despacho. Desayuna con sus hijos y hacen un repaso del negocio entre todos, contrastando opiniones de unos y de otros, sabiendo –eso sí- que cada cual es el responsable de su parcela.


Junto a sus hijos, Vidal ha vivido en primera persona la actual crisis. Lo más duro de la misma, según explica, fue “tener que despedir a 75 trabajadores. Fue muy duro, pero no teníamos alternativa”. Todos esos despidos se procesaron todos con la correspondiente indemnización, de acuerdo con la normativa vigente y sin discusiones. “Bastante daño se le hace a un trabajador dejándole sin empleo como para que encima aún le rebatas lo que debe percibir”.


Entiende Francisco Vidal que el paternalismo bien entendido en el mundo empresarial no tiene por qué ser malo necesariamente, eso sí, sin traspasar determinados límites. “Siendo paternalista, en ocasiones puedes conseguir más eficiencia en tus trabajadores que por otras vías, ya que les haces sentir más de la empresa. En definitiva, se puede ser paternalista y se puede ser eficiente”, concluye.


Por otra parte, no pocos economistas argumentan que las crisis pueden convertirse en oportunidades. En AutoVidal dan fe de ello. “Se puede decir que gracias a la crisis y a nuestra solvencia económica, el Grupo se ha hecho con las concesiones de Kia, Honda, Grupo Fiat, Masserati, Jeep y Alfa Romeo”.


En opinión de una voz autorizada como la de Francisco Vidal, “el sector del automóvil ya ha dejado completamente atrás la crisis. Además, cabe decir que en Mallorca y en Baleares, estamos mejor que en el resto de España, al depender en mayor medida del mercado exterior. Siempre digo que en Mallorca somos los primeros en notar la crisis, pero también somos los primeros en salir de la misma”. En la actualidad, la empresa da trabajo a 215 empleados.


Francisco Vidal ha vivido por y para el mundo del automóvil, si bien en el pasado pudo entrar en otros ámbitos empresariales. “Hay muchos casos de empresarios que han diversificado su negocio y luego se han tenido que arrepentir. Porque aquello de ‘zapatero, a tus zapatos’ es por algo. Es cierto que en un momento dado tuve la posibilidad de introducirme en el mundo de los hoteles y no me atreví”.


Sea como fuere, cuatro generaciones de Vidal (o, en otras palabras, casi un siglo) vinculadas al particular mundillo automovilístico, tan apasionante como difícil. Nadie podrá rebatir que el negocio de AutoVidal siempre ha ido sobre ruedas.

“En mi empresa, el día 30 de cada mes todo el mundo tiene que haber cobrado, sin...