viernes. 19.04.2024

Vermú sin “t”

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Vermú es el nombre de esta diminuta y bienhallada taberna. Vermú sin “t”, sin abalorios, sin adornos, sin trampa ni cartón. Así también es la comida que sirven, sincera, de verdad. Es una comida desnuda, carente de toda filigrana innecesaria, tan sencilla como sabrosa. En esta taberna solo hay sitio para un único protagonista, el producto, pero no para cualquier producto sino solo para el de primerísima calidad, ese que no defrauda jamás.

 

Me gusta el término vermú. Tan popular, tan castizo, de arraigada tradición en toda la península y que aquí, en la isla de Mallorca, está resurgiendo poco a poco.  El vermú, más allá de la bebida de ese nombre, era, y es,  el acto de salir a tomar un aperitivo, de compartir, de reunirse en bodegas, tascas o bares antes de comer. Y con esa idea y con la voluntad de impulsarla Esther, andaluza ella, y Alfredo, gallego él, abrieron su taberna o su bar de acera. Sin duda dieron en el clavo.

 

Decir que el local es pequeño es decir poco. El minúsculo espacio está dividido en dos por la barra. Detrás de ella las cámaras frigoríficas, las alacenas y la diminuta cocina de dos fogones. Las mesas están en la calle, sobre la acera, convertida en improvisado comedor.

 

Pero esa falta de espacio no preocupa a nadie porque lo que importa es el producto que ofrecen. Llega éste semanalmente vía agencia de transporte. La carne de Salamanca, de allí viene el secreto, la pluma y la presa de cerdo ibérico de primerísima calidad que Alfredo selecciona. Lo mismo hace con el marisco que proviene de Galicia o de Andalucía, según sea la variedad. Así que no sorprende encontrar en este pequeño rincón excelente pulpo y ostras de la costa gallega. Las auténticas coquinas de Huelva, los espectaculares carabineros de Isla Cristina, los langostinos de San Carlos de la Rápita o el increíble atún rojo de almadraba. Además, por si no fuera suficiente, tiene una exquisita selección de latas de conserva a precios más asequibles que el producto fresco. Es un lugar de pintxos y latas elaboradas en crudo, cocidas (así recomienda Alfredo, como buen gallego, comer el marisco), o la plancha. ¿Para qué más?

 

 

Y cómo no, además de la comida está la bebida. La bodega de vinos no es muy amplia pero sí selectiva. Aunque la auténtica estrella del local es el vermut. Trabajan básicamente con “El Bandarra”, un vermut catalán del  Penedés.

 

De pie, sin mantel, sin espacio, sobre la acera, sometidos al frío y al calor,  todo da igual cuando lo que realmente importa es la satisfacción que se obtiene al comer. Y a Vermú le falta la “t” pero le sobran productos y calidad.  Por eso no asombra que hayan abierto otro local justo en la acera de enfrente para abrir el “Vermú Brasas”. Allí toda la comida se elabora sobre auténticas brasas. Abunda la cocina de puchero y cuchara. Pero eso será mejor contarlo en un nuevo artículo.

Vermú sin “t”