jueves. 25.04.2024

La Rambla, la bodega de las tapas

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Hablar de la Bodega La Rambla es hablar de tapas. Desde que abrió, allá por los años cuarenta, se especializó en esta variedad y así ha continuado hasta hoy. Mucho trabajo y pocos cambios hasta convertirse en un clásico, en un referente para las tapas en la ciudad.

 

El único y verdadero cambio ha sido el del local, que desde hace dos años está unos cientos de metros más arriba. Aunque han mantenido el mismo color verde en la entrada, el mismo rótulo anterior, los mismos objetos colgantes, la misma vajilla, los mismos precios y la misma plantilla, con Sebastián, el fiel cocinero de la casa al frente, en poco se parecen. Ahora es una bodega de decoración moderna, más luminosa, mucho más espaciosa, tanto frente a la barra como en el comedor, y mucho más elegante.

 

Pero las tapas, ohhh las tapas, no han sufrido cambio alguno. Siguen igual de deliciosas. Detrás de la larguísima barra de madera en forma de L invertida está expuesta la vitrina con las bandejas de las tapas. Humeantes, en permanente baño maría, están los callos, el pica pica, los champiñones, los riñones y las pequeñas albóndigas en salsa. Los rebozados, a diferencia de otros bares, no están expuestos pues se hacen al momento para que lleguen crujientes y calientes.

Y si hablamos de tapas en Mallorca se habla del “variat”. Porque se pueden pedir raciones o tapas concretas, pero en esta isla solemos pedir un variat, o sea, una mezcla amontonada de todo lo que haya. En la bodega La Rambla se pone la ensaladilla en la base y sobre ella se monta el variat. Esa ensaladilla merece unas palabras. Es de textura delicada, se machaca a mano hasta convertirla en una masa compacta, suave, además es sabrosa y siempre del día. Y aún así no figuraría en el pódium que, según la mayoría de clientes, está formado por los increíbles calamares rebozados, la tortilla española y el pica pica. 

 

La bodega La Rambla ha perdido ese punto underground, canalla, algo clandestino que tenía antes. Ahora es más un local de moda, trendy, donde gusta ser visto. Sin embargo, lo que no ha perdido es el buen trato al cliente ni la calidad de sus tapas. Unas tapas que  consiguen día tras día el mismo punto de cocción, la misma textura, el mismo y gustoso sabor. Y eso hay muy pocos que lo consigan.

La Rambla, la bodega de las tapas