sábado. 27.04.2024

 

Empiezan ya los preparativos para una de los días más celebrados del año. Son muchas las familias que se reúnen en Navidad para comer y alargan la sobremesa con uno de los juegos más populares que se conocen: el bingo.

 

Los orígenes de este juego son desconocidos, pero se cree que ya en la época romana se jugaba a un juego muy parecido, utilizando figuras y símbolos en vez de números. Otras opiniones ubican el origen del bingo en Italia en el siglo XVI con el conocido como Giocco del Lotto d’Italia, que contaba con las mismas características que el bingo al que jugamos en la actualidad. El juego se expandió posteriormente entre la burguesía francesa para finalmente difundirse por toda Europa durante el siglo XVIII.

 

La popularidad del bingo en España alcanzó su cima en los años 80, y fue reflejada a través de películas como Las Chicas del Bingo (1982) o Los Bingueros (1979). La aparición de este juego como temática central en las películas de la época lo llevó a formar parte de la cultura popular en nuestro país, de la misma manera que el blackjack o la ruleta se han consolidado como iconos de la cultura americana a través de películas y libros.

 

De la misma manera, el origen de la tradición de los bingos navideños en la isla es desconocida y forma ya parte de la cultura de los pueblos, especialmente en los de la zona norte y es Raiguer, como Santa Maria, Alcúdia o Sa Pobla. Los aficionados se reúnen en un bar del pueblo, en donde comparten nervios, emoción y, sobre todo, muchas risas.

 

 

Para los bares que deseen realizar esta actividad en el día de Navidad, la Administración requiere que se la notifique con tiempo, dirigiéndose a la Direcció General de Comerç i Empresa. Allí se deberá informar sobre los horarios, el precio de los cartones y el importe que irá destinado a los premios. Además, se prohíbe expresamente que los bares se lucren con las partidas que allí se celebran.

 

En general, el precio de los cartones se sitúa en los 50 céntimos de euro, habiendo bingos “especiales” en los que se paga un euro por el cartón prometiendo un premio mucho mayor. Tradicionalmente los números se cubren con lentejas, garbanzos o sopa (todos ellos crudos), dándole un aire mucho más hogareño, lo que contribuye a la atmósfera relajada y distendida que se respira en estas celebraciones.

 

La tradición balear cuenta con muchos aficionados, como es el caso de M. Siquier, un joven que afirma que participar en estos bingos le parece muy navideño, siendo el único período del año en el que participa: “Me encanta esta tradición porque es un momento para compartir en familia, es de las pocas actividades que podemos realizar todos juntos. Lo que más me gusta es la originalidad con la que se cantan los números, dándoles a todos ellos un significado: el 2, el pequeño, el 77 las dos banderas, el 69 es algo más complejo…” – cuenta entre risas.

 

El compartir tensión, alegrías y risas con familia y amigos es sin duda lo que contribuye a la popularidad de este juego, y no hay mejor día para compartir estos sentimientos que en Navidad, para terminar el año con algún que otro premio y la mayor de las sonrisas.

Los bingos en los pueblos de Mallorca