viernes. 29.03.2024

“Mi abuelo fue un militar destinado a Mallorca que falleció con solo 24 años. Mi padre iba a seguir su carrera, pero la Guerra Civil le rompió los planes. Así, llegado el momento de ganarse la vida, se introdujo en el mundo de los negocios, junto a unos catalanes, en nuestra planta baja del marinero barrio palmesano de Santa Catalina. Eléctrica Comercial Colominas se llamaba la empresa”. Así empieza relatando Jesús E. Nieto el vínculo familiar con Mallorca y con el mundo del comercio.


Nacido en Palma en 1941, Jesús es el menor de tres hermanos, “y el más tonto”, comenta jocoso. “El mayor fue suboficial del Cuerpo de Bomberos; el mediano y más listo, funcionario del Ayuntamiento de Palma; y luego estoy yo, un empresario que tiene que luchar cada día para salir adelante”.

Recuerda asimismo una frase lapidaria pronunciada por su padre: “Tus hermanos no han tenido una carrera, pero tú la vas a tener. Tienes que ser algo en la vida”. Contaba Jesús con unos 13 años.


De jovencito, su idea era convertirse en piloto de aviación, pero al ser daltónico no superó las pruebas de acceso. “En todo caso, yo quería ir vestido de uniforme”. Entonces, se formó para ser marino mercante de máquinas. En primer término, en Palma y, pasados los años y ya como cadete, en la Escuela Oficinal de Náutica, en Barcelona.

 

En esa etapa, vivía junto a unos familiares en la popular avenida del Paralelo, y usaba a menudo el tranvía 55. “En un año completé dos cursos. Los estudios fueron muy duros, pero valían la pena porque el título que se obtenía tenía reconocimiento y validez en todo el mundo”. Así, Jesús E. Nieto, con 22 años, se convirtió en el más joven segundo oficial, destinado al barco Jaime I de la compañía Transmediterránea.


Una noche, en plena travesía entre Palma y Ciutadella, Jesús se apercibió de un ruido extraño y advirtió de un grave problema técnico con el combustible que, de no haberse detectado, bien pudo ocasionar una catástrofe de incalculables dimensiones. Aquel suceso le hizo replantearse el futuro, y con 26 años, optó por presentar la dimisión. Es decir, decidió virar y dar un nuevo rumbo a su vida.


Y un día, mientras andaba por la calle, un amigo le comentó la posibilidad de trabajar para Frau Frigoríficos, cuya sede estaba en la calle Eusebio Estada. Le entrevistaron y le dijeron: “Si usted es la mitad de bueno que su padre, será un genio”. Le contrataron. Le tocó en suerte la “zona más difícil de Mallorca, la zona norte: normal, porque era el último en llegar”.


Después de tres meses de sinsabores y más penas que alegrías, Jesús estuvo a punto de tirar la toalla, pero un encuentro con el señor Llinás, un hombre importante de Cala Millor, dio la vuelta a la situación. “Me hizo varios pedidos de una tirada y me dijo que me animara”.


Poco a poco, Jesús fue escalando en la empresa. De comercial pasó a promotor; pasado año y medio fue ascendido a promotor; de ahí a jefe de Ventas, para seguir como director comercial y finalmente, apoderado de una compañía


 Pero llegaron vientos contrarios, y, “como miembro del Consejo de Administración, me enteré que la empresa cerraba. Pedí perdón a mis clientes por no abastecerles de productos y me fui”.


Tenía sobre la mesa varias opciones profesionales: el ámbito de los coches, los embutidos y en el mundo de la restauración empresarial. Pero ninguna de aquellos potenciales trabajos era lo suyo.


Su historia como empresario empezó un día al ver en el Polígono Son Castelló una nave en la calle 16 de Julio. Se decidió a alquilarla. Corría el año 1984 y las voces más agoreras le decían: “No durarás ni 15 días”. Pero él creó Frigoríficos Mallorquines, Frima, una empresa especializada en aire acondicionado, maquinaria para hostelería, restauración y alimentación. Una empresa que no ha dejado de progresar, de adaptarse a las cambiantes necesidades de los clientes, a las exigencias de un mercado cada vez más globalizado y difícil.


Recuerda como si fuera hoy que el primer pedido lo escribió “en la capota de mi coche. Fue a Joyería Calvo”. Lo cierto es que mientras muchas empresas caían, la suya mejoraba día tras día, a pesar de que el ejercicio de ser empresario comporta mil y una dificultades. “Ser empresario no es llegar y besar el santo, para nada es así. Y, como en botica, hay empresarios de todo tipo y condición”.

 

"Ser empresario no es llegar y besar el santo"


En ese periodo, participó en la constitución de la Cooperativa de Restauración de Mallorca (COREMA), pero “yo no he creído nunca en las sociedades con socios. No creía antes y no creo ahora”.


En los estudios se imparten muchas asignaturas, pero también en el día a día empresarial uno aprende. “Una lección que aprendí al principio fue que no se debe fiar a nadie, porque eso hunde a la empresa. Por un impago importante, tuve que vender patrimonio para pagar a todo el mundo. Otra lección importante es que no se trata tanto de vender mucho como de vender bien”.


A la hora de evaluar los valores que figuran en el decálogo de todo buen empresario, Jesús E. Nieto expone: “La constancia y la voluntad para aprender a diario son los elementos que te ayudan a tener éxito empresarial”, apostilla muy contundente. “La profesión se empieza desde la base. Pondré un ejemplo muy claro. Recuerdo que mi hijo no quería estudiar, y lo tuve una buena temporada barriendo en la nave para que supiera valorar la importancia de las cosas”. Ese hijo se llama Miguel Ángel, y el día de mañana será el encargado de coger el relevo al frente de la empresa.  


Voluntad a prueba de bomba, esfuerzo permanente y espíritu de sacrificio no le han faltado nunca a Jesús E. Nieto. En este sentido, se lamenta de que en la actualidad estos valores brillan por su ausencia. “La gente, hoy en día (y hablo en general) no tiene espíritu de sacrificio. A partir de las siete de la tarde, nadie quiere trabajar, aunque se les pague horas extras; de los sábados, ni hablemos”, asegura.


A la pregunta, ¿qué mensaje daría a los jóvenes? Nieto lanza un guante: “Nunca dejéis un curriculum sin haber hablado con alguien. Nunca, nunca, le diré a una persona que quiera trabajar, que no”.

 

"Nunca, nunca, le diré a una persona que quiera trabajar, que no"


Otro elemento es la formación. “Necesitamos formación continua en la empresa, porque nuestro sector es muy técnico y avanza muy deprisa. Y en Mallorca faltan profesionales cualificados; por ejemplo, no menos de 4.000 frigoristas. Y lo mismo podríamos decir si hablamos de electricistas o de carpinteros…” La humildad sería otro componente clave, a su parecer. “Tenemos que asumir que todos cometemos errores, de lo que se trata es de no reincidir”.


Aún en la actualidad, Nieto aplica una de las lecciones de vida que le dio su madre siendo él joven. “Me dijo que había que distribuir los ingresos en tres montones: uno para vivir, otro para invertir y el tercero para lo que pueda venir”.


Haciendo acopio de todos estos parámetros del buen hacer empresarial, Frima fue ganando enteros, haciéndose un nombre y creciendo… “La empresa fue creciendo gradualmente. Más pequeños pedidos, alquiler; restauración de máquinas de segunda mano. Y venta de máquinas de todo tipo a todo el mundo: desde un colegio, hasta a un convento o la propia cárcel”.


En 2011, Nieto amplió el negocio con la adquisición de una segunda nave en Son Rossinyol. “No tengo un yate, no tengo grandes posesiones, lo que he ido ganando lo he ido invirtiendo en la empresa”. Y añade: “El patrimonio más importante que yo tengo es la cartera de clientes. El dinero ni lo toco, no lo huelo, mi deseo es sólo tener lo suficiente a final de mes. Ya se sabe que un exceso de dinero habitualmente es fuente de problemas, con las herencias, con la familia. El dinero mata…”.


Positivo y optimista por naturaleza, Nieto opina respecto de la crisis actual en los siguientes términos: “No se puede detener uno ante la adversidad. En 1992 hubo un bache importante generalizado, y también supimos salir adelante. Es cierto, en todo caso, que lo único positivo de los tiempos actuales es que los intereses bancarios están muy bajos. En mi empresa pagamos sueldos dignos y complementos en función de la productividad global de la empresa”. Sea como fuere, él es feliz trabajando, convirtiendo los problemas en retos; y las dificultades, en oportunidades.


Ante ASIMA, este luchador infatigable apela a la unión: “Todos juntos podríamos comernos el mundo”. Sus mejores recetas para la Asociación y todo el conjunto de empresarios que lo engloban: “unión, comunicación, y que se hable más de nosotros.”


En definitiva, asegura Jesús E. Nieto que “un empresario tiene que serlo las 24 horas del día. Si no, no vale la pena”. En todo caso, él asume que ha sido (y sigue siendo) un “empresario fruto de las circunstancias”.

“La constancia y la voluntad para aprender a diario es lo que te ayuda a tener éxito...