jueves. 28.03.2024

 

Recientemente se ha anunciado en Barcelona el fin de la moratoria que permitía a las bicicletas hacer uso de las aceras en horario diurno. Aunque la limitación de la velocidad era clara (10 km/h) así como la prioridad del peatón en todo momento, la falta de educación vial latente en nuestro territorio junto con el uso cada vez mayor de la bicicleta habían provocado en los últimos años situaciones de inseguridad para los peatones. Es por esto que en Barcelona a partir del próximo mes de enero las bicicletas se situarán en su espacio natural como vehículo: la calzada.

 

No obstante, para seguir promoviendo el uso de la bicicleta es necesario disponer de espacios de circulación seguros para todos los usuarios de la bicicleta, ya sean jóvenes o mayores, más o menos experimentados. Estos espacios seguros de circulación se pueden generar bien segregando carriles bici, bien limitando las velocidades del resto de usuarios de la calzada. Allá donde la velocidad de circulación sea superior a los 30 km/h (vías principales) se requiere de carriles bici propios para que los diferentes usuarios se puedan sentir seguros. En cambio, en el resto de las vías (de uso más local y vecinal), puede ser suficiente limitar la velocidad a máximo 30 km/h, a la vez que se remarca la prioridad de la bicicleta y el necesario respeto por parte de los vehículos motorizados. La velocidad es un factor crítico en la cantidad y la lesividad de los accidentes y las administraciones locales deberían regular la velocidad de circulación para conseguir ciudades más seguras.

 

Diferentes ciudades de la Red de Ciudades por la Bicicleta, como los casos de Pontevedra, Bilbao o Jaca, ya han apostado por convertirse en ‘ciudades 30’, limitando la velocidad de la gran mayoría de las vías de la ciudad a máximo 30 km/h. Esto implica conseguir que todas las calles sean ciclables, igual que lo son caminables o transitables en vehículo motorizado.

 

La Red de Ciudades por la Bicicleta anima a todas las administraciones locales a convertirse en ‘ciudades 30’, por tanto ciudades ciclables, mediante el impulso de diferentes medidas: señalización específica, campañas informativas, radares pedagógicos, diseños urbanos que eviten trayectos rectilíneos para vehículos a motor, y también aplicando las sanciones pertinentes.

 

El espacio para las bicicletas es la calzada, pero ésta debe ofrecer seguridad para circular.

La bicicleta en la calzada requiere de un tráfico calmado