sábado. 20.04.2024

 

El tópico no es nuevo. Frases como “los Ayuntamientos sólo piensan en recaudar”, “van a cazar al conductor” o “utilizan las multas para cuadrar sus cuentas” las hemos oído muchas veces. Pero, ¿hay algo de cierto en ellas? ¿Funcionan las multas de tráfico como la “caja registradora” de los Ayuntamientos, o es sólo una leyenda negra inventada por los conductores cuando somos sancionados?

 

A priori, la respuesta puede parecer sencilla, ya que, según las cifras, los Ayuntamientos españoles multan hasta cinco veces más que la DGT. De hecho, la Administración central aporta solamente el 14% de las sanciones de todo el territorio nacional, mientras que los Ayuntamientos suponen más del 76%.

 

Sin embargo, conviene no precipitarse en las conclusiones, porque hay matices importantes. Pese a la creencia general, el 70% de las multas de tráfico impuestas por los Ayuntamientos españoles están directamente relacionadas con la Seguridad Vial y tan sólo el 30%, con la movilidad o el aparcamiento, lo que destierra el mito de que las multas se imponen fundamentalmente por razones recaudatorias. Además, los datos de accidentalidad no acompañan a los conductores: desde 2011, el número de accidentes con víctimas en las zonas urbanas se ha incrementado un 20% y el número de fallecidos sólo ha descendido un 3,5% en las ciudades frente al 22% registrado en las carreteras.

 

Por otro lado, la presión sancionadora ha perdido 10 puntos entre los años 2011 y 2014, debido, en gran medida, a una importante reducción en el número de desplazamientos. O dicho de otra forma: cuanto peor es el entorno económico, menos desplazamientos en coche se producen y, por tanto, hay menos riesgo de sufrir una multa.

 

Pero, independientemente de su evolución… ¿Cambian las multas nuestra forma de conducir? Pues a tenor de los datos, la respuesta es no. De hecho, casi el 60% de los conductores (56% en Baleares) admite sobrepasar los límites de velocidad de forma habitual, principalmente en vías de circunvalación y travesías urbanas. No es de extrañar, por tanto, que más de 4 millones de conductores (91.400 de ellos baleares) reconozcan haber sido multados por su Ayuntamiento hasta 5 veces en los últimos 5 años.

 

Éstas son algunas de las principales conclusiones del estudio “Multas, ¿recaudación o reeducación? Sanciones de tráfico en los Ayuntamientos españoles (2011-2014)”, presentado hoy por la Fundación Línea Directa. El estudio, que analiza en profundidad más de 675.000 multas de tráfico impuestas por las diferentes Administraciones Públicas entre los años 2011 y 2014, se completa con una encuesta realizada a 1.700 conductores de toda la geografía nacional que recoge la percepción de los españoles sobre este tipo de sanciones.

 

Madrid, la capital donde más se multa

La Fundación Línea Directa ha elaborado un ranking con los consistorios que más multan. Para ello, ha establecido un criterio de proporcionalidad entre el número de sanciones impuestas en cada capital de provincia y los conductores que la compañía Línea Directa tiene en cada ciudad.

 

El resultado arroja aspectos sorprendentes, ya que aunque las dos capitales donde más se multa son Madrid y Barcelona, respectivamente, ciudades como Palma de Mallorca o Granada aparecen a continuación. En el lado contrario se sitúan Cáceres, Badajoz y Jaén, donde las multas de tráfico son la excepción.

 

También se percibe una importante diferencia entre las capitales de provincia y el resto de municipios, ya que, en proporción, las primeras sancionan hasta 6 veces más que los segundos. ¿Las razones? Las aglomeraciones, el número de desplazamientos y la forma de conducción, muy condicionada al ritmo de vida. Además, también concurren otros factores de gran importancia muy ligados a las características específicas de cada ciudad, como su urbanismo, su densidad de población o su carácter turístico, que, habitualmente, pueden atraer vehículos de otros lugares.

 

 

En cuanto a la tipología, las multas más habituales en las capitales son las de exceso de velocidad (44%), seguidas por el estacionamiento regulado (27%) y el estacionamiento indebido (13%), que afecta a cruces, zonas peatonales o doble fila, entre otros. A más distancia aparece, no respetar la señalización (5%), que incluyen infracciones como saltarse semáforos, la señalización vertical y horizontal o no seguir las indicaciones de los agentes de circulación. También es destacable el número de sanciones por no notificar la identidad del conductor en caso de pérdida de puntos (4,5%), una sanción bastante desconocida que puede triplicar el importe inicial de la multa.


¿Qué opinan los conductores?

Los conductores españoles siguen siendo muy críticos con los Ayuntamientos: casi el 90% (un 88% en el caso de los baleares) atribuye carácter recaudatorio a las multas y el 60% (un 49% en el archipiélago balear) piensa que los radares de las ciudades y sus circunvalaciones persiguen obtener cuanto más dinero, mejor.

 

A pesar de ello, la realidad es otra, ya que el número de las sanciones de tráfico impuestas por las autoridades municipales en los últimos años ha descendido notablemente.

 

En cualquier caso, la percepción de los conductores no cambia tras las elecciones municipales de 2015, ya que el 72% cree que los nuevos consistorios lo están haciendo igual que los anteriores, un porcentaje levemente inferior (71%) en el caso de los baleares, y un 17% piensa que lo están haciendo incluso peor, una cifra que es igual en Baleares.

 

En cuanto a la actitud de los conductores sancionados, las multas menos aceptadas son las de aparcamiento. De hecho, el 60% de los españoles cree que la única función de los trabajadores del estacionamiento regulado es sancionar, porcentaje que sube hasta el 67% en el caso de Baleares. El dato no es anecdótico: 5 millones de conductores (150.000 de ellos baleares) han presenciado incidentes con este colectivo y unos 780.000 (42.000 en el archipiélago balear) reconocen haberlos protagonizado.

 

Los cuerpos policiales salen mucho mejor parados, ya que alrededor del 75% de los conductores valoran positivamente su labor, un porcentaje que sube hasta el  77% en el caso de los baleares. Aunque el 65% de los conductores a nivel nacional señala como aspectos a mejorar su actitud y su presunta orientación a la recaudación, la misma cifra en Baleares.

 

Otro aspecto a destacar es la opinión de los conductores españoles sobre los recursos a las multas, ya que el 73% piensa que no hay posibilidades reales de ganarlos. Pero no todo son críticas, también hay propuestas: el 85% de los conductores a nivel nacional, en línea con el porcentaje de Baleares, desearía que los recursos a las multas fuesen revisados por una instancia independiente a la propia Administración, ya que garantizaría la imparcialidad y la objetividad del fallo. Otra conclusión llamativa de la encuesta es la falta de conocimiento de los españoles sobre el destino de las multas: 22,3 millones de conductores (más de 526.000 de ellos baleares) aseguran desconocer en qué se emplea el dinero de las sanciones de tráfico de sus Ayuntamientos.

 

En cuanto al perfil del sancionado, las multas suelen imponerse más a los hombres con experiencia, de entre 35 y 44 años y reincidentes. En lado opuesto, se sitúan las mujeres conductoras, que además de ser menos multadas que los hombres, son también mucho menos reincidentes. Por último, sorprende el buen resultado de los jóvenes de entre 18 y 24 años, mucho menos sancionados que los conductores de edad más madura.

 

Palma, entre las capitales que más multas impone a sus ciudadanos
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