jueves. 25.04.2024

El verdadero problema de la FED

La muy negativa, en términos bursátiles, tercera semana de junio, ha tenido como protagonistas, de nuevo, a los Bancos Centrales. Tanto la FED, que aplazó por cuarta vez encarecer el dinero, como el Banco de Japón (BoJ) que decidió no bajar más los tipos de interés y no ampliar sus ya enormes programas de compra de activos, optaron por la cautela, entendiendo por tal quedarse quietos, no hacer nada.

 

Pero, más que la decisión en sí misma, que en cierto modo era previsible, lo que ha llamado la atención de los mercados en ambos casos ha sido la falta de coherencia de los dos Bancos Centrales con los mensajes que vienen manifestando en los últimos meses, así como la justificación elegida para no tocar los tipos, a saber, el referéndum que se va a celebrar el jueves 23 en Inglaterra sobre el Brexit.

 

No deja de ser curioso que la justificación sea la misma tanto para no subir tipos, caso de la FED, como para no bajarlos, caso del BoJ. Pero tal vez el mínimo común denominador de ambos Bancos Centrales sea el deseo de no perturbar lo más mínimo a los mercados, algo que, a la vista de la reacción de las Bolsas, obviamente no se ha conseguido. El Nikkei cayó un 3% el jueves tras la decisión del BoJ y ha terminado la semana con una caída del 6%. Por su lado el Eurostoxx ha caído un 2,1% en la semana y el S&P el 1,2%. En definitiva, recortes generalizados, aunque curiosamente de nuevo son mayores en las Bolsas europeas y japonesa que en las americanas.

 

¿Por qué han reaccionado tan negativamente las Bolsas a la decisión de la FED, siendo así que no ha subido los tipos?

 

Seguramente el mensaje de la FED no gustó. Yellen dijo que la política monetaria no sigue un curso preestablecido, es decir, que subir o no tipos dependerá de los datos que vayan saliendo. Hemos pasado así del 'forward guidance' que hacía previsibles las políticas monetarias al 'datadependent' que las hace imprevisibles.

 

Al no querer asumir ningún compromiso ni dar ninguna orientación ('forward guidance') de cuándo va a subir los tipos la FED crea inquietud a los inversores que ven como Yellen les dice que la economía va muy bien, pero a la vez toma medidas como si la economía estuviese realmente muy mal. Del anuncio de cuatro subidas de tipos a lo largo del 2016 hecho en diciembre de 2015, se ha pasado a las dos subidas insinuadas en marzo pasado, y ahora a una subida o ninguna en el 2016.

 

Aunque Janet Yellen quiso transmitir un tono positivo respecto al crecimiento americano, lo cierto es que su estimación para este año es del 2% frente al 2,4% que manejaba el pasado año y frente al 2,2% que manejaba en marzo. Para el 2017 y 2018 ya no se habla del 3% sino del 2%. Esa pobre expectativa de crecimiento, y un comercio mundial que se contrae, como muestran los datos de la Organización Mundial del Comercio, son los verdaderos problemas de la FED, y no el Brexit.

 

El Brexit es importante, porque refleja la permanente inestabilidad política que genera el mal diseño europeo, y porque es una muestra de cómo el proteccionismo nacional está ahí, pese a la globalización, pero hay más cosas. La llamada 'nueva normalidad' de una economía que no crece al ritmo deseado tras ser impulsada con estímulos tan extraordinarios como los tipos negativos, es el auténtico problema. Las nuevas caídas de tipos de interés en los bonos del Tesoro americano (T bond al 1,6%) y en los europeos (bund al 0,01%) nos estarían alertando también de esas pobres perspectivas de crecimiento futuro.

 

La FED, como Banco Central líder, crea opinión y condiciona mucho a los restantes Bancos Centrales. Tal vez por ello el Banco de Japón decidió no bajar tipos el pasado jueves, pese a la fuerte revalorización del yen en los últimos meses, y pese a que Kuroda ha dicho una y otra vez que el Banco de Japón 'está listo para actuar si es necesario'.

 

Detrás de esas decisiones de la FED y el BoJ hay algo más que el temor al referéndum inglés, aunque sin duda el Brexit es un riesgo y los Bancos Centrales quieren evitar cualquier señal que pueda incrementarlo. El motivo real es que la FED no puede permitirse un dólar fuerte en una economía que crece al 2% en lugar de al 3%. Y por ello ni la FED puede normalizar en solitario ni puede permitir que el BoJ o el BCE sigan sin límite en su alocada carrera de tipos negativos y programas de compra de activos que hacen bajar al yen y al euro.

 

Las palabras de Kuroda el pasado jueves aludiendo a conversaciones con otros Bancos Centrales, ponen de manifiesto la delicada situación del BCE y el BoJ que necesitan mantener o incrementar sus políticas 'adictivas' justo cuando a la FED no le viene bien que lo hagan.

 

Esta semana Janet Yellen tiene su comparecencia semianual en el Congreso y en el Senado y tiene la oportunidad de manifestarse en términos más claros que lo deliberadamente ambiguos del pasado miércoles. Pero lo normal es que siga con su lenguaje impreciso, aunque sin duda el esfuerzo por apoyar a las Bolsas y a los mercados financieros estará presente en las palabras de Yellen.

 

Las Bolsas europeas han hecho un viaje muy rápido desde casi estar en máximos anuales hace cuatro semanas a acercarse a los mínimos anuales el pasado jueves. A ello ha contribuido mucho el sector bancario, claramente tocado por los tipos negativos y por la falta de vitalidad de la zona. En Japón ha pasado otro tanto. El Nikkei que el pasado año subió un 9% este año pierde ya un 18% hasta el viernes pasado.

 

A la vista del buen cierre del pasado viernes, y pensando que Yellen utilizará ante el Congreso toda la 'magia' verbal de la que sea capaz, esperaríamos cierto repunte en las Bolsas esta semana, repunte que se transformará en un rally de alivio (relief rally) si finalmente Inglaterra permanece en la Unión Europea tras el referéndum del próximo jueves.

 

A medio plazo, sin embargo, hay dos problemas. El primero y más inmediato es que los inversores ya no reaccionan de forma entusiasta a esos estímulos de los Bancos Centrales, como se ha comprobado una vez más esta semana. El segundo problema, a plazo algo más largo, es que con tipos negativos y dinero abundante la inflación asomará tarde o temprano y ese día los tipos subirán necesariamente y habrá ajustes severos y turbulencias muy fuertes.

 

El oro, que la pasada semana llegó a cotizar por encima de los 1.300 dólares la onza, nos está señalizando ese horizonte de inflación a medio plazo, pero los mercados están demasiado ocupados con el Brexit como para pensar a largo plazo.

 

El S&P no tiene fuerza para romper sus máximos históricos y por ello si hay "relief rally", que lo habrá, deberíamos esperar a continuación, ya en el verano, más ajustes.

El verdadero problema de la FED