viernes. 19.04.2024

Fed y Banco de Japón, dos versiones del mismo problema

La pregunta que dejábamos flotando hace una semana en nuestro comentario era si realmente las políticas monetarias no convencionales van a tener o no impacto en el crecimiento de la economía real. Y decíamos que la respuesta no es obvia, a pesar de que a los inversores les gustaría que sí lo fuese. Pues bien, esta tercera semana de agosto hemos tenido ocasión de comprobar cómo, efectivamente, los datos económicos siguen siendo mixtos y por tanto no permiten pensar de forma clara en una vuelta al crecimiento global.

 

El lunes supimos que el PIB japonés del segundo trimestre, lejos de crecer el 0,2% que esperaba el consenso de mercado, se ha quedado estancado en un crecimiento cero. El martes la encuesta ZEW de confianza de los empresarios e inversores alemanes se quedó en un modesto 0,5 frente al 1,8 que habían previsto las encuestas. Bien es verdad que ese 0,5 supone una gran subida frente al menos 6,8 de julio (dato este último medido en pleno shock post Brexit) pero no deja de ser una cifra decepcionante a la vista de la excepcional subida del Dax en las últimas semanas, que parecía anticipar un mejor sentimiento empresarial e inversor.

 

En suma, el esperado círculo virtuoso del "easy money" (el dinero barato hace que los bonos y las acciones suban y esto impulsa el consumo y la inversión) no acaba de aparecer.

 

En ese contexto, las Bolsas han pasado a lo largo de la semana del triple nuevo récord que vimos en los tres grandes índices americanos (S&P, Dow Jones y Nasdaq) el lunes pasado a un cierre semanal más bien discreto. Los índices americanos apenas se han movido en la semana, pero el Eurostoxx y el Nikkei han bajado algo más del 2%, con el Dax entrando de nuevo en terreno negativo desde el inicio de año. Se cumple así la idea con la que terminábamos nuestro anterior comentario de una corrección muy suave en las Bolsas americanas y algo más fuerte en las europeas.

 

El detonante del giro a la baja ha sido, en esta ocasión, la publicación de las actas de la última reunión de la FED. Unas actas deliberadamente ambiguas que se pueden leer a gusto de cada consumidor, pero que reflejan la realidad de que la Fed tendrá que normalizar los tipos tarde o temprano si la economía norteamericana empieza a despegar.

 

Y ahí topamos con la dificultad que tiene la FED en hacer ese movimiento y con la dificultad derivada de comunicar su plan de acción.

 

Curiosamente a la FED le está pasando lo mismo que al Banco de Japón, aunque los motivos son justamente los opuestos. En el caso del Banco de Japón, la macro inyección monetaria no acaba de funcionar, ni siquiera para depreciar el yen, y por tanto el gobernador Kuroda es seguramente consciente de que debe poner fin al experimento iniciado en abril de 2013, pero no sabe cómo hacerlo y de momento juega a la ambigüedad, prometiendo más estímulos pero no ejecutando esa promesa.

 

En el caso de la FED pasa lo contrario, pero el efecto es el mismo. La buena situación de la economía norteamericana exige acabar con unas políticas monetarias qué nunca fueron pensadas como permanentes, pero la FED, igual que el Banco de Japón, no sabe salir de ellas.

 

Y por eso la FED es ambigua, tanto en las actas como en las declaraciones de sus miembros. Los presidentes de la FED de Nueva York y de Atlanta, William Dudley y Dennis Lockhart, habían sugerido en declaraciones del pasado martes una o dos subidas de tipos este año 2016, pero la música de fondo de las actas es más bien "dovish" y no apunta en la dirección de subir tipos. Tal vez por eso el dólar subió el miércoles nada más publicarse las actas.

 

La ambigüedad de la FED es lo más criticable de su actuación estos últimos meses, ya que serían deseables la transparencia y la previsibilidad, pero tras esa ambigüedad lo que subyace es la enorme dificultad de salir de unas políticas monetarias que han ido demasiado lejos.

 

Todo esto hace especialmente relevante el discurso que Janet Yellen pronunciará esta semana en la reunión anual de Jackson Hole. Los inversores buscarán en las palabras de Yellen un "guidance" que la presidenta de la FED no puede dar. Cabe esperar por tanto un discurso basado en la ya conocida "datadependencia" y en el mensaje de confort para los mercados.

 

A pesar de que el Brent está de nuevo por encima de los 50 dólares barril, la amenaza de la inflación aún no es inminente, pero declaraciones como las de Dudley y Lockhart nos indican que la FED empieza a mirar en esa dirección porque sabe que, tarde o temprano, la abundancia de dinero barato se transformará en subida de precios.

 

Llegamos a Jackson Hole con las mismas dudas de hace un año de si la FED subirá o no los tipos en septiembre. El año pasado no lo hizo y la excusa fue la crisis de los mercados provocada por la devaluación del yuan chino. Este año la FED tiene pocas excusas, los mercados están tranquilos, los datos de empleo americano son buenos, y el dólar está débil, a 1,13 dólares/euro, luego sería una ocasión perfecta para subir tipos. Pero pensamos que la FED no lo hará. No solo por la proximidad de las elecciones presidenciales, sino porque salir de las políticas de dinero barato es una misión casi imposible.

 

Además, las noticias no muestran una economía vibrante, sino más bien una economía a medio gas. Esta semana hemos visto como Nestlé anunciaba un beneficio inferior en un 9% al del pasado año, e incluso en los casos de subida del beneficio que se publicaron el viernes pasado (Wal Mart +8,6% Cisco + 20%) las empresas son muy cautelosas en su "guidance" de cara a los próximos trimestres y llegan a anunciar, como en el caso de Cisco, programas de recortes de personal.

 

En la reunión de Jackson Hole el esfuerzo por animar a las Bolsas será máximo, ya que forman parte esencial del "modelo monetario". Pero con los índices americanos en máximos históricos, con Japón en plena frustración por la falta de resultados de la "abenomics" y con la zona euro viendo estancadas a dos de sus principales economías, Francia e Italia, pensamos que los mercados seguirán moviéndose en una banda muy estrecha a la espera de que, terminado el periodo estival, se pueda hacer un análisis serio de la situación.

 

No esperaríamos grandes movimientos esta penúltima semana de agosto.

Fed y Banco de Japón, dos versiones del mismo problema
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