jueves. 25.04.2024

Ni eco, ni tasa, ni turismo

Y aunque sea totalmente incomprensible, continúa el debate.

 

Los actuales dirigentes han plantado la semilla de la duda en torno a la conveniencia de los turistas en las islas y finalmente ha brotado. Incipiente y recién germinada, se sigue regando la idea de que algunos “molestan, consumen y ensucian”.

 

¡Sí señores, sí! Esa es la idea que tienen los partidos políticos que actualmente ocupan las primeras sillas de las instituciones sobre los visitantes que optan por las Baleares frente a cualquier destino turístico en el mundo.

 

La estrategia es clara. El objetivo también. Cargarse la gallina de los huevos de oro.

 

El primer paso es atacar al turista, con mensajes negativos y contundentes sobre númerus clausus, con connivencia hacia los “artistas” (por no llamarlos otra cosa) de las pintadas en el casco histórico de Palma; las cuales los tildaban hasta de “terroristas”, y, finalmente, con un ecotasazo sólo aplicable al 60%. El restante 40%, el que se hospeda en viviendas de alquiler o en yates, viene por la patilla y con el consentimiento expreso del conseller Barceló. Gracias.

 

El segundo paso, así, sin despeinarse ni ruborizarse, es atacar frontalmente al sector hotelero. “Ladrones”, “explotadores”, “malos pagadores”… son algunos de los adjetivos con los que, en sede parlamentaria y encima del estrado, se han dirigido los podemitas y econacionalistas a los principales creadores de empleo de estas islas. La realidad paralela en la que algunos viven es preocupante.

 

Seamos catastrofistas. Pongámonos en el peor de los casos; ¿qué pasaría si a estos malísimos hoteleros se les hincharan las narices? O todavía peor; ¿y si se les inflan las castañas a los turistas?

 

Si los turistas dejasen de venir, los hoteleros no necesitarían tantos recepcionistas, ni tantas camareras de pisos, ni tantos cocineros, ni camareros, ni departamentos financieros, ni de recursos humanos. Tampoco necesitarían tanta comida, ni tanta bebida, ni tanto cloro para las piscinas, por lo que las compras a estos proveedores disminuirían considerablemente, y por una regla de tres, los transportistas y personal vario de estas empresas. Pero es que tampoco harían obras de reforma en sus hoteles, por lo que fontaneros, carpinteros, fontaneros, yeseros y pintores y todas las empresas asociadas al mundo de la construcción se verían perjudicados. Asimismo, disminuiría el gasto en la mal llamada oferta complementaria, y con ello, las reducciones de plantillas de bares, restaurantes, empresas de transporte, tiendas de souvenirs, de ropa, de regalos… ¿sigo? Aquí, les guste o no les guste a algunos, todo hijo de vecino vivimos directa o indirectamente del turismo.  

 

Hagamos unos números rápidos: Si deja de venir solo un 5% de los turistas que nos visita a día de hoy, 600.000 personas dejarían de gastarse unos 300 millones de euros en esta comunidad. Han leído bien; ¡300 millones de euros! Son cálculos a grosso modo, cogiendo 5 días de estancia media y un gasto medio diario de 100€ con hotel, desayunos, comidas, cenas y consumo general incluido (números tirando por lo bajo y muy lejanos de la realidad, os lo aseguro, pero así es más fácil hacerse a la idea.) Pero yo me sigo preguntando: ¿y si fuera un 10% la bajada? ¿Y si fuera un 20%? Hagan sus cálculos. ¡Todo un despropósito!

 

Ah, por cierto, ¿sabéis qué previsión hay de recaudación anual de la ecotasa? Entre 60 y 70 millones de euros. No hay nada más que añadir.

 

Y tú, ¿qué prefieres? Seamos responsables, lógicos y éticos, tengamos altitud de miras y dejemos de lado intereses partidistas en temas tan estratégicos. Si los actuales dirigentes quieren jugar a política, que jueguen con temas intrascendentes, pero no con los que nos dan de comer a todos. Y aviso, como a buen comedor, que no intenten quitarme de la mesa mi plato de comida porque muerdo y no suelto.        

 

Ni eco, ni tasa, ni turismo