jueves. 28.03.2024

Yates sí, pateras no

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Cuando todavía dura la temporada turística, estos días ha sido noticia la patera llegada a la costa de Llucmajor, con siete inmigrantes a bordo, que fueron diligentemente detectados y detenidos, y a estas horas habrán sido deportados ya a un centro de internamiento (CIE) a Valencia o a Barcelona.

 

Esta es otra de las paradojas de "nuestro modelo", en el que otro tipo de embarcaciones menos modestas, los yates y megayates, también han sido protagonistas de este verano, desde el Rûah que "accidentalmente" disparó una bengala y quemó uno de los bosques de sabinas más emblemáticos de Formentera; el Al Mirqab del emir de Qatar, país patrocinador por igual del terrorismo del Daesh que del Barça, un "enamorado de Mallorca" que nos ha visitado en más de una ocasión con sus tres esposas; o el Prince Abdulaziz, del heredero de la monarquía saudí tan respetuosa con los derechos humanos, que lo mismo presume de harén (aquí lo llamamos trata de mujeres) que nos desembarca en una playa protegida con la misma impunidad con la que compra gobiernos y lo que haga falta... Pasando por los megayates de magnates rusos como los Rashnikov y Prokhorov.

 

Sé que se apresurarán a responder que como tengo fama de "rojo", lo que pasa es que odio a los multimillonarios, cuando no se trata de eso sino de contar lo que hay, por mucho que lo queramos esconder. Como se esconde el hecho de que los mismos cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado,  tan eficaces a la hora de detectar y abordar pateras de inmigrantes, no realicen apenas ningún control efectivo de todas esas embarcaciones de lujo. Porque reciben órdenes, por supuesto, y porque para quienes dan las órdenes, no hace carta de presentación.

 

El único control que se da, en calidad de "transeúntes", es que el representante de la embarcación entrega en el puerto deportivo en cuestión una ficha dando cuenta de quién y de cuánta gente hay a bordo. Luego ese papel los gestores del puerto lo entregan a la Policía, y se acabó el trámite. Por no hablar del dinero que, en caso de barcos con bandera extranjera, deberían declarar en la Aduana al entrar en nuestras aguas...  Y tampoco se hace, pero claro, como resulta que alguno de los yates mencionados necesita poco más que 600.000 euros para llenar el depósito de gasoil, tal vez es que no caben tantos ceros en el formulario.

 

Toda una metáfora de nuestra sociedad que debiera hacernos replantear alguna cosa, más allá de permanecer como meros espectadores. Sobre todo cuando quienes vienen aquí a exhibir su poderío, son los responsables directos de la guerra y el terrorismo que han provocado el éxodo de millones de almas en los últimos años. Y los más de 3.000 muertos solo en lo que llevamos de año en nuestro mar Mediterráneo, gracias a las mafias, sí, pero también a las barreras levantadas por las mismas autoridades europeas y españolas que consienten tanta impunidad.

Yates sí, pateras no