lunes. 06.05.2024

Cuando la cultura se convierte en souvenir

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Con la aparición del turismo en el siglo XIX, hasta tal y como lo conocemos hoy en día, culturas y comunidades han abierto sus puertas para compartir costumbres con visitantes de todo el mundo. Nunca ha sido tan fácil moverse y consecuentemente, hoy en día formamos parte de la cultura del viaje y del consumo extremo, tanto de información como de productos.

 

A día de hoy, sabemos que una práctica tan aparentemente inocente como esta puede resultar perjudicial para la comunidad anfitriona si no se controla o comparte desde el respeto. Uno de los problemas que puede surgir es que, con la emoción de obtener beneficios y ofrecer en exceso, olvidemos que los rasgos identificadores, culturales e históricos no son algo que se pueda comprar y vender. Y es que vender no es siempre la mejor opción.

 

Debemos tener presente que al poner en venta símbolos u objetos que forman parte de la identidad de comunidades, estos pueden llegar a trivializarse, ignorando su significado hasta convertirse en costumbres a imitar sin respeto, productos a consumir o modas pasajeras que se utilizan sin conocer su origen ni importancia.

 

A este hecho se le conoce como apropiación cultural, es decir el fenómeno por el cual una cultura se apropia de rasgos característicos de otra por simple moda, estética o atracción a lo "exótico" sin importar el significado ni la repercusión de dichos rasgos para la cultura de origen.

 

El problema se agrava si dicha apropiación perpetúa estereotipos o se realiza a grupos discriminados o minoritarios, haciendo que el usar sus símbolos sea algo aceptado, mientras que la comunidad de origen sigue siendo percibida desde la marginalización.

 

Transformar iconos culturales en souvenirs del Todo a Cien o modas sin representación directa del grupo de origen y sin respeto ni consentimiento de la comunidad, es negar y silenciar los derechos de culturas que ya de por sí lo tienen difícil para ser escuchadas. Ejemplos de ello son la representación en occidente de culturas orientales.

 

¿Acaso sabemos la mayoría el significado de ese gato dorado que mueve la pata arriba y abajo? ¿Qué comen los japoneses además de sushi? ¿Qué representan los dragones chinos? Y así con muchos más grupos ¿cuántos disfraces tribales, de indios o mexicanos habéis visto? ¿O es que el twerking estaba considerado como algo guay antes de que lo hiciera Miley Cyrus? ¿Es cierto que nuestra propia cultura se basa solo en "la siesta y la fiesta" y el "sun, sea and sand" como todavía creen muchos?

 

Para solucionar o evitar este problema como viajeros, debemos considerar el compartir símbolos de identidad desde el respeto, interés y protección de su significado. Del mismo modo, no se debe permitir que se vendan o apropien símbolos nuestros sin presentarlos ni defenderlos desde el orgullo y el cariño, intentando transmitir su importancia y origen a todo aquel dispuesto a conocerlo; así como no ceder ante el visitante que no se preocupa ni quiere saber cuán de significativas son las cosas que nos hacen sentir nosotros.

 

De esta manera evitamos que, por ejemplo, nuestra identidad como isleños y mediterráneos, la cual es inseparable de nuestro estilo de vida, se simplifique hasta convertirse a los ojos del turista en una cultura sin seriedad donde es posible hacer lo que a uno le apetezca. Al contrario, debemos exigir que se transmita y se entienda que en nuestra cultura se prima la tranquilidad, la felicidad no material y las relaciones sociales, e invitar al viajero a entender y disfrutar de nuestra cultura. Al fin y al cabo, no es tan complicado, tan solo se trata de visitar y consumir desde el respeto, el interés y con una mente abierta.


Para leer más sobre encuentros interculturales y cómo llevarlos a cabo de manera satisfactoria, no dudes en visitar mi blog www.herislandbeyond.com, donde actualmente relato mi vida en China. También encontraréis posts sobre viajes, fotografía y estilo de vida.

Cuando la cultura se convierte en souvenir