Esta semana he querido rescatar el título del primer artículo de opinión que tengo el placer de escribir en esta publicación. Hoy más que nunca este titular viene como anillo al dedo porque esta semana hemos tenido constancia de la sentencia del Tribunal Constitucional que anula el artículo 4.3 del Real Decreto 900/2015, que imposibilitaba que pudieran realizarse instalaciones de autoconsumo compartidas en comunidades de propietarios.
Hace casi dos siglos que el padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, dijo: “No sobreviven los más fuertes, sino los que mejor se adaptan al cambio”. Un ejemplo reciente es Nokia. A principios de este siglo era el líder mundial indiscutible en la fabricación de teléfonos móviles y poco después tuvo que aliarse con Microsoft para no desaparecer.
A lo largo de la historia también tenemos innumerables ejemplos de cambios que nadie pudiera imaginar que sucedieran y tuvieron lugar por su propia naturaleza. La edad de piedra no finalizó porque se acabasen las piedras, igual que era de los combustibles fósiles no acabará cuando se agoten los recursos.
Estamos en una época en la que el sistema energético tal y como lo conocemos experimentará un cambio inimaginable, donde el actor principal será el consumidor; decidirá cuándo consume y a qué precio, generará su propia energía, podrá compartirla, almacenarla, transportarla en la batería de su vehículo, venderla y controlar cuánto contamina.
Los legisladores tienen el reto de saber encajar este nuevo modelo energético, y tienen que ser conscientes de que no pueden dejar de lado a la sociedad civil para lograrlo con éxito.
