sábado. 27.04.2024

Atraco a las tres

dins

Admito que tengo un sueño imposible: daría un brazo porque resucitaran Azcona, Berlanga y Forqué y se dedicaran un par de días a ver los telediarios. ¿Se imagina el pedazo de guión que escribirían? Patrimonio nacional, El pisito o El verdugo parecen insuperables, pero es que los políticos españoles se esfuerzan cada día por que los guiones de los mentados cineastas parezcan escritos por aficionados

 

Y es que el panorama político español parece salido del universo berlangiano o en el caso  que me refiero, al de Forqué: No me dirá que no visualiza la escena conmigo: una sucursal cualquiera de un banco de una calle cualquiera de Madrid (o en su lugar, el Ministerio de Fomento). Cordero y Galindo ( de Aldama y Ábalos, por ejemplo) se encuentran realizando afanosamente sus tareas bancarias cuando de repente aparece por la puerta Katia Durán (pongamos, Koldo) con un bolso (o maletín) cargado de billetes. ¿Se imaginan a Ábalos, estupefacto ante las piernas de Koldo, mientras este deposita los billetes encima del escritorio?

Y es que el chorizo español es ante todo, previsible. Que abunde no quiere decir que sea de calidad, más bien lo contrario (refiriéndome al amigo de lo ajeno, claro, no al embutido que ese sí es una delicia). Uno tiende a pensar, nuevamente influido por las series, películas y novelas norteamericanas que el delincuente económico es un prodigio intelectual, un fenómeno de la naturaleza con un CI de 800 y dieciséis doctorados en diferentes ciencias económicas y afines.

Y sí, también existen, desde luego, pero los más habituales son los del primer tipo, aquellos que piensan que si el dinero viaja en maletines no se detecta, o que si pongo el negocio a nombre de la parienta o el cuñao, se acabó el problema. Yo me hincho los bolsillos y hacienda o los deudores que me busquen. 

Pues sí que le buscan, sí. y le encuentran. Recuerde la frase que se atribuye a Abraham Lincoln: Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Sé lo que estará pensando: que este es un país de chorizos y que se acaban saliendo con la suya. Pues sí, pero por lo menos, que no sea con sensación de impunidad. Buscar chorizos de lo público es una tarea judicial, pero buscar a chorizos, en su más amplio concepto, es también una tarea de detectives. Ciertamente, con limitaciones legales, menos medios que la policía pero también con menor burocracia legal y mayor rapidez, pero de lo que se trata es de acabar con la impunidad del chorizo. Las autoridades judiciales, con toda la injerencia política, escasez de medios y saturación de casos, acaban en la mayor parte de casos haciendo su trabajo.

Y los detectives, con las limitaciones legales y la falta de herramientas jurídicas ponemos nuestro grano de arena. Que le pregunten al Sr. Gerardo Díaz, empresario de éxito y presidente de la CEOE que acabó visitando Soto del Real, y cuya desgracia empezó con un informe de detectives.

No es la primera que vez que un informe de detectives acaba en los tribunales, a pesar de las trabas legales que existen para que realicemos nuestro trabajo de la forma más eficiente posible. Le contaré un secreto, del cual se puede decir el pecado, pero no el pecador. En una ocasión, me contactaron de un partido político de un pequeño municipio de algún lugar de la geografía española para investigar a un concejal quien estaba metiendo la mano en la caja. 

Dado que no veía el encaje en nuestro marco legal, realicé consulta al órgano de la Administración que audita nuestra actividad y la respuesta no pudo ser más clara: Como se te ocurra te cortamos las manos. Dicho con otras palabras, obviamente: es un asunto público, no privado. Pues como no entra en nuestra regulación, no pudo hacerse la investigación. A nivel público, tampoco se hizo nada, asumo que por falta de medios o interés y finalmente todo se arregló a nivel interno cuando al concejal le tiraron de las orejas desde su propio partido por miedo a que estallara el escándalo. Y así, el chorizo (de su dinero y el mío) se quedó sin castigo. Y es que no se entiende, realmente, que este sea el país del mundo que exige mayor formación y profesionalización a los detectives privados y el único que les pone palos en las ruedas para que no investiguen más allá de infidelidades y bajas. O sí se entiende, esto es España. 

Y ya para cerrar la columna, no puedo dejar de compartir con usted la imagen final que me viene a la mente. ¿ Se imagina a Ábalos, haciendo reverencias detrás de Koldo mientras este sale del despacho y diciéndole aquello de “un admirador, un amigo, un siervo, un esclavo!”?

Atraco a las tres