Foto: Nadia Nemer.
El verano es la estación perfecta para explorar nuevos caminos y aventuras. Es un placer y debería ser obligatorio. No hay nada que abra más la mente a lo nuevo que aterrizar en un lugar remoto y darse un baño de realidad, ya sea de lujo asiático, costumbrismo rural o mundanal modernidad urbanita. Veranear, en el sentido más estival del término (sombrilla y hamaca), supone ser alcanzado por un dardo tranquilizante al llegar a destino y entregarse a esa ‘vida lenta’ a la que Josep Pla dedicó un libro.
¿Qué es mejor, viajar o veranear?, esta es una pregunta que me hago constantemente durante el verano. Y casi siempre doy con la misma respuesta: Las dos son buenas para cultivar la cultura viajera, ya que las vacaciones te permiten transitar caminos antes desconocidos. Como los días de vacaciones son un bien escaso, he querido aprovechar y unir ambas, viajar y veranear, porque juntas me parecen la mejor combinación.
Así, entre los rumbos que toma este mes Travel Rocks, mi empresa y blog, quiero enseñaros ‘los mejores chiringuitos del mundo (y de Mallorca)’, plantamos la toalla aquí cerca, en una calita secreta, pero lejos de los turistas y del champán-ducha. Para mí, esta isla bohemia y rural conserva su encanto vernáculo de piedras, cal y vigas de sabina, por mucha arquitectura ‘hi-tech’ que se empeñen en construir, es el paraíso ideal para echarse una cabezada, siguiendo los preceptos (comilona, café, sombra y buena tumbona) de nuestro zoom titulado ‘La siesta perfecta’. Pero como “el ojo tiene que viajar”, también quiero descubrir con vosotros otros rincones ocultos de la isla. Rincones de esos que no queremos contar a nadie porque justamente no queremos que se masifiquen.
Estés donde estés, en Mallorca o en Bali, si quieres tenerlo todo, veranea con Travel Rocks, este espacio viajero que siempre está abierto por vacaciones.
