lunes. 01.07.2024

Turistas somos todos

Entramos ya en plena temporada turística con los ecos de un invierno y una primavera donde, en algunos momentos y por las cifras de visitantes que hemos recibido, ha provocado que el debate sobre los beneficios del turismo versus la convivencia con los residentes se haya instalado definitivamente tanto en los medios de comunicación como en cualquier tertulia familiar o de amigos.

Precisamente, en una de las jornadas sobre sostenibilidad y turismo a las que he podido asistir recientemente -en concreto la V edición del eForum eMallorca Experience 2024 celebrado en el Museu Es Baluard de Palma-, me llamó la atención uno de los aspectos destacados por una de las ponentes. Será porque a los expertos y autoridades locales los tengo más escuchados, lo cierto es que fue un comentario de Daniela Otero, presidenta interina del Comité Mundial de Ética del Turismo de la ONU, el que me sustrajo de mi ensoñación: aludió a “la responsabilidad del viajero”, al que demanda que “no sólo sea turista”, sino que además “aprenda, compense y se integre en el destino visitado”. Obviamente, lo decía en el actual contexto de saturación que se vive de forma global, no lo olvidemos, en muchas partes, ciudades y rincones del Planeta.

Porque la situación actual no se ha producido por arte de magia, ni en el último año… viene de mucho tiempo atrás, de la llamada ‘democratización del turismo’. Viajar, descubrir mundo, descansar fuera de nuestro entorno diario, vivir experiencias nuevas hace mucho tiempo que no está reservado para unos privilegiados, como era el caso de nuestros padres y abuelos. Ahora todos queremos salir y conocer, las vacaciones están reservadas en uno de los primeros puestos de nuestras preferencias, algo que se ha incluso acentuado tras la pandemia, cuando todos nos vimos obligados a encerrarnos en casa.

Por tanto, todos debemos ser conscientes de la responsabilidad antes señalada. Porque igual que debemos ser respetuosos con el destino elegido para nuestras vacaciones, del que esperamos sea amable y buen anfitrión para integrarnos y disfrutar de nuestro tiempo de ocio; también debemos exigírselo y hacérselo entender a los millones de visitantes que recibimos cada año en Baleares con quien debemos compartir nuestro privilegiado Archipiélago, entre otras cosas, porque nuestra economía depende de ello: los ‘guiris’ forman parte de nuestra forma de vivir… y debemos seguir conviviendo con ellos.

Entre las soluciones planteadas por la ponente Daniela Otero para evitar las aglomeraciones o la saturación en según qué lugares y en determinadas épocas del año, mencionaba la diversificación de la oferta. “Enseñémosles nuestras otras maravillas, que cuiden el destino”, como por ejemplo la Serra de Tramuntana, los pueblos de interior, la cultura y gastronomía propias, etc. Y añado yo: hagámoslo con alegría, con la amabilidad y la sonrisa que reclamamos para nosotros. Sigamos siendo buenos anfitriones.

Recientemente he pasado un par de días en Sevilla, en pleno centro de la capital andaluza. Lleno, sí, como es normal en una de las ciudades más importantes del turismo español y que más visitantes recibe cada año. Y con las calles alborotadas, los restaurantes y terrazas a rebosar, no he sentido ningún momento de agobio, ni me ha parecido masificada. Quizás su talante o desparpajo natural ayudan, seguramente, pero lo cierto es que me he sentido querido como turista, como visitante. Y creo que esa buena predisposición, la que también ofrecemos de forma mayoritaria en las Islas, no podemos perderla nunca, por mucho que ahora estemos sufriendo ciertas incomodidades o no podamos disfrutar como residentes con la tranquilidad de antaño.

Es cierto que tenemos un gran reto por delante, pero también lo es que no estamos solos. Gestionar el turismo en un destino exitoso como el nuestro requerirá de dosis de paciencia y de saber escuchar a los que realmente saben de esto. Entre el escepticismo y la esperanza que ha generado el Pacto social y político para la sostenibilidad de Baleares, me quedo con lo segundo. Algo se está moviendo para combatir la saturación, existen soluciones ya adoptadas por otros destinos que están funcionando y que pueden servir como ejemplo o guía. Quiero creer que sabremos resolver este aparente callejón sin salida, sin olvidar quiénes somos, de qué vivimos y cómo nos gusta que nos traten cuando salimos de este maravilloso rincón del Mediterráneo. “No hay una fórmula única, cada territorio debe buscar su propia estrategia”, recordó la representante del Comité Mundial de Ética del Turismo de la ONU.

Turistas somos todos